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Arquitectos: Miguel Montor; Miguel Montor
- Área: 1335 m²
- Año: 2016
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Fotografías:Onnis Luque
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Proveedores: LALUR Luxury Vinyl, MSD, Santa Julia distribuidor Pisos y Tabiques Extraídos, URREA, Vidrio y Aluminio Ontiveros
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicado al norponiente de la Ciudad de México, en uno de los bordes entre el municipio de Huixquilucan y el de Naucalpan, Estado de México, en Interlomas, zona altamente comercial y de crecimiento constante, se encuentra el Colegio Walden Dos, campus que ofrece el uso de preescolar y de guardería.
Su ubicación representa un increíble potencial comercial para el proyecto y un reto aún más grande debido a sus específicas problemáticas tales como su condición de ombligo urbano, rodeado de una de las arterias más transitadas en la zona, un río que se encuentra en vías de recuperación y una zona de muy bajo uso peatonal que colinda con varios conjuntos habitacionales verticales condicionando el asoleamiento de predio todo el tiempo. Estos son tan solo algunos de los puntos que se presentaron como sugerentes inmediatos para la realización del diseño del colegio.
El proyecto se basó en un programa de renovación, ampliación y recuperación del colegio preexistente, al cual llegó un nuevo propietario y un nuevo modelo educativo que requería de un programa espacial muy diferente al preexistente, dándonos la perfecta oportunidad de vaciar una propuesta nueva para la arquitectura del lugar, y así poder dar una nueva imagen y una mejor respuesta a toda la problemática antes mencionada.
Así es como nace este ejercicio arquitectónico, donde el punto más importante siempre es el habitante, los niños, que con su recorrer en medio de vacíos, vestíbulos, estancias y jardines, logran tejer espacios nuevos y preexistentes. En estos espacios la luz natural invade todo el tiempo, permitiendo que al transcurrir el día cada espacio fuera cambiante, un espacio nuevo a cada hora, tejiendo con luz y vacío lo que antes fueran espacios destinados solo a servir como simples pasillos, cambiando los recovecos oscuros por jardines iluminados por luz natural, retirando todo lo que no servía y permitiendo una serie de vivencias espaciales de diferentes escalas, siempre llenas de luz y de una condición de conciencia de ubicación para el habitante, por medio de horadaciones que se fueron ejerciendo en el edificio, permitiendo que a través de casi cualquier muro del proyecto exista una relación de contacto visual entre interior y exterior, una característica básica para brindar seguridad y una correcta operación para cualquier escuela.
Las aulas fueron dotadas en su mayoría por una relación plena con patios-jardín, permitiendo a los niños realizar actividades exteriores durante cualquier clase, así como el contacto constante con la naturaleza. Otro punto importante dentro del diseño de este colegio fue sin duda la apuesta a una paleta de materiales de muy bajo mantenimiento e impacto ambiental, sumando a la lucha de edificios sustentables en la zona, que aunado al proyecto de paisaje permite que el colegio se perfile como un edificio sensible a su contexto vegetal.
Así mismo, una de las ideas más importantes desarrolladas en el colegio que contribuye a su modelo de educación, es la cromática, sutil y sobria, que permite educar a los niños en espacios con colores que ven en su contexto natural. Madera, piedra, agua, vegetación y luz, son algunos de los materiales seleccionados, que sustituyen la clásica visión de colores pasteles, permitiéndoles habitar en espacios en equilibrio que les brinden una condición optima para su ejercitar educativo, además de asociarlos al cuidado permanente de su medio.
Creemos que todo esto define al colegio como un conjunto sobrio, elegante y comprometido a mejorar la vida de sus niños, así como su medio y su contexto inmediato.