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Arquitectos: Laura Torres Roa + Alfonso Miguel Caballero; Laura Torres Roa + Alfonso Miguel Caballero
- Área: 370 m²
- Año: 2014
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Fotografías:José Hevia
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Proveedores: Hatria, Daikin, Mosaic Del Sur, Mármoles Pol
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Vivienda unifamiliar en el campo de Ibiza
La vivienda unifamiliar se ubica en la parte más elevada y horizontal de un terreno rústico con una importante pendiente, dividido en terrazas por muros de piedra existentes y que antiguamente formó parte de una finca agrícola mayor y en la actualidad está cubierto de vegetación autóctona, principalmente bosque de pinos.
El proyecto busca aprovechar la ubicación de la vivienda en su entorno geográfico y natural para explotar su interacción con el mismo. Así, se ha intentado aprovechar todas las posibilidades de relación de los espacios interiores entre sí y especialmente de éstos con los exteriores ofreciendo a los miembros de la familia un soporte para una “vida al aire libre” tan deseable en el clima balear.
La construcción se configura como un único volumen prismático de aproximadamente 29x8x3.5m orientado al sureste para tener vistas sobre la propia parcela. La planta principal se divide en cuatro unidades funcionales ordenadas sucesivamente: entrada-cocina-comedor / terraza-salón / biblioteca-dormitorios / dormitorio de invitados o estudio. El volumen presenta dos vacíos que lo fragmentan. Uno lo conforma el salón pasante, que se convierte en el lugar central de la casa, entre el comer-cocinar y el leer-dormir y cuyos límites se extienden más allá del cerramiento al integrar el patio de acceso y la terraza trasera; un espacio interior o exterior en función de la época del año, que incorpora la naturaleza circundante que atraviesa la vivienda a la vida y disfrute de sus ocupantes en épocas estivales. El segundo vacío divide el área de dormitorios de la familia del de invitados o estudio mediante un espacio acristalado y un patio inglés que ilumina la parte social del nivel de sótano, donde además se sitúa el programa de instalaciones y espacios auxiliares para el trabajo en la huerta y la finca.
Se ha buscado dotar a la vivienda de una gran diversidad de espacios concatenados capaces de acoger las distintas actividades y relaciones que en ella se producen de forma continua y fluida. Transversalmente, la prolongación de las terrazas exteriores hacia el interior configura el salón. Y éste se extiende longitudinalmente, por un lado hacia la cocina-comedor, nexo articulado por la chimenea de doble orientación, y por otro hacia la biblioteca, que se plantea como un espacio en el que realizar actividades cotidianas individuales en compañía de otros miembros de la familia.
Sin recurrir a lo folclórico pero en cumplimiento con las normativas locales, se ha buscado un vínculo con el lenguaje arquitectónico tradicional. Se han elegido materiales típicos de las casas de campo de la isla: muros de carga de color blanco, suelos cerámicos y de piedra y carpinterías de madera. Los huecos en fachada, de diferentes proporciones y tamaños, se han dispuesto de manera “desordenada al exterior” buscando la “adecuación interior”, tomando posiciones alineadas en fachadas opuestas a fin de facilitar una adecuada ventilación y permitir vistas cruzadas exterior-exterior. A su vez, se han protegido del soleamiento mediante cajones de un color azul similar al de las ventanas de la construcción de la finca original, que enmarcan las vistas y potencian la plasticidad de la fachada. El patio delantero también remite a la arquitectura vernácula, así como la piscina, que toma el color de las albercas que salpican la isla y se coloca sobre la prolongación de uno de los muros de piedra preexistentes, separada de la vivienda por un espacio que deberá colonizar de nuevo la vegetación autóctona, variable con las estaciones.