Aunque en siglos anteriores a la luz eléctrica la noche parecía llena de peligros, ningún otro momento de la vida cotidiana entregó tanta autonomía para desplegar la intimidad humana y la auto-reflexión. Sin embargo, en lugar de aprovechar la noche y sus características naturales, nuestra mentalidad 24/7 y la constante contaminación lumínica en todo el mundo nos están acercando cada vez más a su eliminación gradual.
¿Cómo seguir avanzando y aprovechar las tecnologías sin perder este momento del día tan necesario para nuestra salud física y mental? ¿Cómo proteger los momentos de oscuridad desde la arquitectura?
A través de su revista Daylight & Architecture, nuestro partner VELUX ha compartido con nosotros un interesante artículo que profundiza en la 'historia de la noche' y sobre cómo la iluminación artificial ha extendido el día más allá de lo necesario, alterando la manera en qué vivimos y habitamos los espacios privados y públicos.
Actualmente vivimos en una cultura que no se detiene, y donde gran parte de las áreas metropolitanas alrededor del mundo se comercializan directamente como ciudades '24 horas'. Además de contar con transmisiones de televisión y radio durante toda la noche -y estaciones de servicio y supermercados que nunca cierran sus puertas a los clientes-, la noche se ha convertido en el momento en que un número creciente de personas trabaja. En los Estados Unidos, en un esfuerzo por estirar las horas de vigilia, tal vez el 30% de los adultos duerme un promedio de seis horas o menos, mientras que muchos adolescentes, alentados por las redes sociales e internet, ven el sueño como una 'pérdida de tiempo'.
Sólo en los últimos años, en Europa y América del Norte, los costos de nuestro estilo de vida sin descanso se están notando en las ciudades con problemas financieros, viéndose obligados a reducir su dependencia de la iluminación en las calles. Por ejemplo, en un suburbio de Detroit, una compañía de servicios públicos eliminó más de mil postes de luz.
Como líderes en el movimiento del 'cielo oscuro', los astrónomos lamentan las dificultades de sondeo de un universo en el que las constelaciones han desaparecido de la vista. Por otra parte, el resplandor de la iluminación exterior ha infligido un daño ecológico sobre la vida vegetal y animal, interrumpiendo, por ejemplo, la migración de las aves y las tortugas marinas jóvenes. Recientemente, la investigación científica ha identificado una serie de riesgos para la salud de los seres humanos, asociados a la iluminación artificial durante la noche, incluyendo una incidencia en el desarrollo de cáncer de mama, diabetes y obesidad.
Incluso nuestro sueño, además de ser disminuido en longitud, ha sido alterado. Antes del siglo XX, el sueño de las familias occidentales se segmentaba en un "primer" y un "segundo sueño" de aproximadamente tres y tres y media horas cada uno, separados por una hora de vigilia alrededor de la medianoche, tiempo que aprovechaban para realizar otras actividades.
En los siglos anteriores a la revolución industrial, la oscuridad evocó las peores propiedades en el hombre, la naturaleza y el cosmos, apareciendo bandidos, bestias rapaces y demonios satánicos. "La noche no es amigo de nadie", advertía un adagio bien conocido. A pesar de esto, las mujeres y los hombres no huyeron a sus camas al caer la noche. En su lugar, eligieron trabajar y jugar en la noche, reunirse con familiares y amigos, y dejar el resto de las tareas que requerían de un mínimo de luz para el día.
En 1699, un pastor suizo se quejaba de estas juergas, "Por la noche, cuando el sol se pone, el ganado regresa del campo al establo, y los pájaros en el bosque caen en silencio, sólo el hombre en su necedad actúa contra la naturaleza".
* Segmentos del sueño por Edad / Época histórica / Influencia de la luz durante la noche / Influencia de la luz del día
Refugiándose de la luz del día
Antes de la revolución industrial, la oscuridad de la noche dio lugar a una cultura sorprendentemente rica y vibrante, a través de sus propias costumbres y rituales. En lugar de un telón de fondo para la existencia diaria, o una pausa natural, la noche -como una señal de su naturaleza especial- fue con frecuencia el momento más esperado del día.
Una serie de cambios se producían al anochecer. No sólo cambiaba la vestimenta, la alimentación y las reuniones sociales, sino también las costumbres populares, incluyendo las actitudes hacia la magia, la sexualidad y la ley. Más allá de eso, para la mayor parte de la población, la oscuridad entregaba una especie de 'santuario' frente la realidad cotidiana, permitiéndoles expresar impulsos internos y hacer realidad sus deseos reprimidos, tanto en sus horas de vigilia como en sus sueños.
Si bien todos los rangos sociales disfrutaron de un mayor grado de autonomía personal, los refugios frente a la luz del día incluían con frecuencia a vagabundos, enfermos y discapacitados, disidentes religiosos, homosexuales, y en América, a los esclavos afroamericanos.
La noche liberó a un número incalculable de personas del control de sus superiores, entregando la oportunidad de participar en la caza furtiva, el contrabando y los hurtos. A pesar de la vigilancia de los propietarios y maestros, los campos eran demasiado grandes, los bosques demasiado densos y las noches demasiado oscuras. Y, naturalmente, de noche es cuando estalló la resistencia colectiva contra el orden establecido, ya sea destruyendo la maquinaria agrícola, provocando incendios, o fomentando la rebelión.
Transformando la noche en día
Durante los últimos tres siglos, la noche ha sido acorralada por la fuerza del avance de la luz artificial. Ya a principios de 1700, las principales ciudades europeas habían instalado lámparas de aceite en la vía pública para frenar el aumento del miedo frente a la delincuencia y el desorden urbano. En opinión de los funcionarios civiles, se trataba de ganar la soberanía del espacio público. "¿Quién debe gobernar durante la noche: los ladrones y las prostitutas, o sus superiores sociales, incluidos los miembros de la burguesía en expansión?". En 1746, un parisino proclamaba con deleite, "el reino de la noche finalmente va a terminar".
Con la llegada de la revolución industrial, el gas, el alumbrado eléctrico, y el ascenso de la policía profesional, los momentos oscuros del día fueron lentamente atrasados, para el deleite de los que ansiaban pacificar los espacios urbanos. La iluminación artificial se convirtió sin duda el más poderoso símbolo del progreso moderno. Thomas Edison aseguraba: "pon un ser humano sin desarrollo en un entorno donde haya luz artificial y mejorará".
Aun así, el alumbrado público no fue universalmente popular desde el principio. Las luces de la calle, en las ciudades y pueblos rurales, a menudo generaron escepticismo entre la sociedad, y muchas veces fueron blancos fáciles para funar a las autoridades urbanas. Después de la instalación de luces de aceite en París en 1667, una ordenanza amenazó con encarcelar a "todas las personas de mala vida y perturbadores de la paz pública y la seguridad que rompan alguna linterna".
El ataque a las lámparas entró en erupción especialmente en los momentos de mayor inestabilidad política, sobre todo durante la Revolución Francesa, convirtiéndose en una expresión más de la resistencia. Como armas de vigilancia del gobierno, las luminarias fueron víctimas de disturbios desde Gotemburgo a Milán, tanto por razones simbólicas como tácticas. Emplazada en París durante los levantamientos de 1830, Los Miserables, de Victor Hugo (1862), contiene un capítulo titulado "La Calle Erizo, un enemigo de la Luz", que muestra las técnicas de destrucción de lámparas utilizadas por el huérfano Gavroche en los barrios burgueses.
Los sueños que nos hemos perdido
Hoy en día, ya no le tenemos miedo a las brujas y a los lobos, pero, como era de esperarse, las investigaciones sugieren que el alumbrado público reduce en gran manera los accidentes automovilísticos y el crimen. A principios de 1990, por ejemplo, el gobierno ruso intentó lanzar un espejo experimental al espacio, con el objetivo de transformar la noche en día al reflejar la luz del sol desde otras latitudes. En el 'mundo desarrollado', en general, el alumbrado público sigue siendo codiciado por millones de personas que siguen privados de electricidad.
A pesar de todo esto, es imposible no sentir las ganas y la responsabilidad de frenar en alguna medida la contaminación lumínica. Los ciclos alternados de luz y oscuridad -respiros regulares de la rutina diaria- se verán fuertemente perjudicados por la iluminación no regulada. Los sistemas ecológicos, con sus propios ritmos de vida nocturna, sufrirán enormemente. Al disminuir la oscuridad, las momentos privados, la intimidad y la auto-reflexión, continuarán haciéndose aún más escasos.
* Duración del sueño por Edad / País / Circunstancias
El mundo de fantasía de nuestros propios sueños se ha vuelto más distante con la pérdida del sueño segmentado y con ello, hemos perdido una mejor comprensión de nuestro ser interior. A principios del siglo XX, estos dos intervalos separados por una hora de vigilia en la que nuestros antepasados podían ponderar las visiones nocturnas, fue comprimido y consolidado en una sola tanda de descanso, en gran parte debido al impacto fisiológico de la iluminación artificial en el reloj biológico humano.
Con la transición a un patrón continuo de sueño, muchas personas perdieron contacto con sus sueños y, como consecuencia, se separaron de sus emociones más profundas. Al convertir la noche en día, la tecnología moderna, capaz de penetrar en los recovecos del cerebro, ha contribuido a obstaculizar nuestro antiguo camino hacia la psique humana, engañando a nuestros sueños y fantasías.
Los cielos estrellados, fuente de asombro y maravilla milenaria, han sido oscurecidos por el brillo de la iluminación exterior. Lo mismo pasa con la inmensidad de la noche, aunque todavía puede encontrarse en algunos refugios alejados de las grandes ciudades. Históricamente, ha sido el cielo, después de todo, el que ha inspirado las visiones más grandes e importantes de los mortales.
Texto basado en el artículo publicado originalmente en inglés por A. Roger Ekirch* en la revista Daylight & Architecture, de VELUX. Revisa contenido relacionado aquí.
* A. Roger Ekirch, PhD, es un autor premiado y profesor de historia en la Universidad Virginia Tech en los EE.UU. Su investigación se centra en la antigua América del Norte y las Islas Británicas, pero también incluye la historia del sueño, el cual describió extensamente en At Day’s Close: Night in Times Past (W.W. Norton: New York, 2005).