Hogar de vastos elementos geográficos tales como el desierto de Gobi, Mongolia no es un país asociado con su entorno urbano. Pero luego de las reformas económicas tras la retirada de la Unión Soviética en 1990 y el descubrimiento de vastas reservas de carbón, oro y cobre, una gran parte de la sociedad históricamente nómada de Mongolia recientemente ha comenzado a asentarse, sobre todo en la capital, Ulaanbaatar, donde casi la mitad de los 3 millones de habitantes del país ahora viven.
Por desgracia, la infraestructura de la ciudad todavía no ha tenido la oportunidad de ponerse al día con estos patrones de crecimiento acelerado, lo que resulta en extensos barrios marginales que consisten principalmente en tradicionales tiendas de fieltro, conocidas como gers, rodeando la ciudad. Construcciones civiles a lo largo de estos barrios son poco frecuentes, e incluso la movilidad dentro de la ciudad es compleja debido a la falta de mapas oficiales.
A diferencia de los asentamientos informales en muchos países de todo el mundo, estos asentamientos ger no son ilegales, ya que los civiles de Mongolia tienen derecho por ley a propiedad de tierra en la ciudad. Esto valida los barrios a ojos del gobierno, pero aún así continúan estigmatizadas como áreas problemáticas que dificultan la modernización de la ciudad, con las correspondientes percepciones también dirigidas contra sus residentes. Como resultado de su difícil situación urbana, los residentes en estas zonas sufren de altas tasas de desempleo, alcoholismo y salud.
Al ver la necesidad de innovación, la Fundación de Asia y la Oficina del Alcalde de Ulaanbaatar comisionaron al grupo de diseño Rural Urban Framework, con base en la Universidad de Hong Kong, a construir una nueva infraestructura de espacios y servicios comunes. Debido a que los miembros de estas comunidades tienen poca experiencia previa a vivir en asentamientos permanentes de gran población (ni siquiera hay una palabra para "comunidad" en mongol) el plan necesita gradualmente asimilar a los residentes a los nuevos patrones de vida en la ciudad.
La primera etapa de desarrollo gira en torno a los servicios básicos de la vida urbana: el acceso a agua limpia y eliminación de aguas residuales y basura. Para los nómadas rurales, los residuos en forma de botellas de plástico, vidrio y latas es un fenómeno urbano desconocido y sin claros sistemas de colección, la basura se acumula en arroyos, zanjas y a lo largo del borde de la carretera. Para resolver este problema, Rural Urban Framework ha diseñado y construido dos "Puntos de colección inteligente", donde la basura se pueden clasificar y consolidar, ayudando a limpiar las calles y "facilitar la recogida higiénica de basura." Construido en hormigón y pensado para adaptarse a la topografía de el paisaje, las estructuras también actúan como puntos de referencia locales, sirviendo como paradas de autobús e incluso presentando mapas de zonas de juegos, clínicas, escuelas y puestos de agua que previamente habían estado fuera de los mapas.
A medida que avanza, el proyecto evaluará cómo los edificios actúan, tanto de forma arquitectónica como social. Mientras se van utilizando estos edificios, se aprenderá más acerca de las necesidades de la población, y las estructuras han sido diseñadas de manera que puedan ser fácilmente transformadas y aumentadas para servir nuevos propósitos. Eventualmente, el marco de estos asentamientos comenzará a revelarse, y los residentes podrán comenzar a tomar ventaja de los beneficios cívicos de la bulliciosa metrópolis moderna.
