- Área: 2195 m²
- Año: 2014
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Fotografías:Javier Orive
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Proveedores: GUBIA
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Colegio Retamar con más de 1.250 alumnos y a punto de cumplir los 50 años de actividad contaba con un oratorio con capacidad para 250 personas, insuficiente para las importantes celebraciones que anualmente tienen lugar en este centro. Recibimos el encargo de presentar una propuesta para la sustitución del antiguo edificio por uno nuevo, con capacidad para 600 personas y acompañado por un salón de actos con 450 plazas. A nivel imagen, presentamos un proyecto que buscaba la integración con el resto de la edificación utilizando el ladrillo visto, pero destacando de ella, como edificio representativo del carácter del colegio que es, creando una gran cubierta, de silueta singular, de zinc verdoso.
El edificio se gestó desde su interior: el espacio interior del oratorio realizado primordialmente en bambú por Grupo GUBIA es el que ha dado el carácter al edificio. Un sucesivo fraccionamiento de un único gran espacio interior es la estrategia seguida. La luz penetra por los lucernarios triangulares creados en cubierta desgajándola pórtico a pórtico y conduciendo hacia el presbiterio presidido por el sagrario.
El acceso se produce desde un lateral situado en la plaza del colegio bajo una importante vidriera incorporada a un muro cortina. Esta entrada, forzosamente asimétrica, provoca una primera ruptura: a la izquierda se sitúa un graderío elevado unos pocos peldaños y a la derecha la parte principal de la nave. El graderío alto y el coro se utilizarán en jornadas especiales, con una alta afluencia de fieles. La iluminación allí tan sólo será la aportada por un ventanal que, aunque no por su forma, nos podría recordar a un rosetón.
La gran nave se encuentra recubierta de madera de bambú trabajada por Grupo GUBIA en forma de lamas en la cubierta para conseguir las curvaturas de las superficies regladas y la transición de lo curvo a lo plano, en donde ya se convierte en panel. Esta madera se sustituye por titanio con un matiz dorado en la mencionada concha del presbiterio. También los suelos de granito dorado se convierten en granito verdoso junto al altar.
La madera, además de reforzar la continuidad espacial del conjunto, especialmente en el falso techo, lo dota de una calidez muy singular y nos permite que un espacio de tales características volumétricas se encuentre tratado proporcionando la superficie de absorción acústica entre sus lamas que permita el canto, la palabra y la oración.
Los laterales de la nave, jugando con el fraccionamiento de la cubierta, se pliegan para formar el acceso principal, bajo el muro cortina, o para crear la salida de emergencia y el acceso a la sacristía serpenteando con el frente formado por los confesionarios, también en panel de bambú. Los efectos buscados con la iluminación natural se verán reforzados y acrecentados con la iluminación artificial.
El oratorio se manifiesta como un cuerpo único, al que se accede descendiendo por una escalera de hormigón visto que, bajo un lucernario de vidrio, se cuela entre los edificios del colegio. En la misma planta se encuentran tres aulas de apoyo, los aseos y las salas técnicas.
El interior del salón de actos se formaliza mediante el juego de dos superficies, de dos acabados, con características muy diferenciadas: chapa deployé galvanizada y panel de madera de bambú. Todo este juego interior en los dos espacios principales se manifiesta exteriormente con el diálogo entre el ladrillo visto y el zinc, entre lo estático y lo dinámico.