"Città Minime" explora el espacio en el que vive la mayoría de la gente, un espacio urbano reconocible en sus estructuras esenciales: los edificios, las carreteras, los árboles, aunque esta vez es visto desde un punto de vista diferente que distorsiona y las recrea. Las diferentes tomas fotografiadas por Matteo Mezzadri, son el resultado de una puesta en escena meticulosa, casi obsesiva en la que el panorama sigue siento la única evidencia de las instalaciones a gran escala realizadas en el estudio del fotógrafo o al aire libre. El uso de Photoshop se reduce al mínimo, mientras que el ambiente se recrea con un uso inteligente de los dispositivos técnicos
Conoce más detalles de su trabajo y nuevas perspectivas fotografiadas después del Salto.
Dentro de rígida estructura binaria de nuestra percepción, Matteo Medrazzi insinúa un elemento híbrido, una "impertinencia" que trastorna una identidad perfectamente definida abriendo un espacio para su recombinación. "Ciudades mínimas" es un proyecto fotográfico multidisciplinar formado en una mise-en-scène, escultura e instalación, creado por el artista en su estudio por medio de una variación de puntos de vista tanto del lente como de la cámara y las fuentes de iluminación para establecer diferentes matices térmicos y alteraciones continuas de la mentalidad en el trabajo.
Dentro de la visión de este trabajo, el plan arquitectónico es el connotativo u objeto globalizado, las estructuras se convierten en formas distintas dentro de la no-naturalidad de conocimientos y la deformación de los tonos de colores, sin embargo, en la inmovilidad de la postura y la distracción provocada por un tropiezo, y el pasar de lo reconocible a lo no-reconocible, se forma una metáfora de las posibles imperfecciones, de los mecanismos en que el hombre se ve limitado y enjaulado.
Al mismo tiempo, revelan un espacio de absoluta libertad de pensamiento. Las imágenes, de este modo, son utilizados por Mezzadri para traernos de vuelta no sólo a una afinidad, sino también para llevar a cabo una operación que va a representar algo distinto de sí mismos, para sumergirnos en una claustrofobia desarmada, pero nunca totalizadora, en un estado inesperado en el que los sentidos se trastornan, y la desnudez, la belleza, la crueldad, la soledad, la conformidad y los estereotipos se convierten en elementos que a veces son verdad y, a veces cerca de la verdad.
Mezzadri, con las fotografías y los videos, muestra contaminaciones obsesivas e intermitentes en el umbral de las diferentes prácticas artísticas y lingüísticas, investigando el tema de lo vivido y no-vivido. Al estar delante de sus fotografías, se entra en las vísceras de los lugares y no lugares de geografías urbanas, de historias antropológicas de cuerpo y alma.
Si las paredes de los edificios proyectan metafóricamente un esqueleto de un hombre, el hilo conductor de todo el ciclo artístico es interpretado por medio de ausencias o presencias tímidas oníricas, proyecciones de auto-reflexión o escenarios arquitectónicos post-industriales, lugares agorafóbicos y paisajes oscuros, sombras y lugares seguros, palacios brillantes y árboles solitarios, encantadoras y fugaces como las catedrales magias o habitaciones desmoronadas.
Se trata de un tipo de archivo que avanza por multiplicaciones: se desenrolla entre los deseos y las pesadillas proyectadas en un paisaje irreal, geopolítica social que evoluciona por la acumulación de impresiones y fantasías. En su obra la intersección se lleva a cabo entre el abandono, el peligro, la sugerencia, la belleza, la decadencia y un esplendor devuelto desde la superficie de la retina de una imagen contaminada y vertiginosa.