La ciudad andaluza de Setenil de las Bodegas parece como sacada del set de una película de fantasía. Sin embargo, habitar cuevas es algo común en Andalucía; estando tan cerca de la placa continental africana, las fuerzas geológicas formaron cadenas montañosas y volcanes que sirven perfectamente para este propósito. La Cueva de la Pileta, una caverna cercana, contiene evidencia de presencia humana hace 25.000 años. Sin embargo, los moradores de las cuevas fueron ignorados hasta el siglo XII, momento en que el castillo de Setenil aparece en el registro histórico.
Un uso extendido de la geología como lugar para vivir ocurrió solamente durante la España medieval, y no antes. Aunque es fácil asumir que fue una costumbre local que los andalusíes imitaron, la verdad es que corresponde a una tradición árabe mucho más antigua, una estrategia para compensar el calor extremo en algunas partes del medio oriente. Es entendible que dicha costumbre también haya sobrevivido una vez que el reinado musulmán llegó a su fin: Las cuevas tienen buenas condiciones climáticas, muy difícilmente se incendian y resisten a los terremotos. Además, debido a su historia de mil años, el acondicionamiento de cavernas como viviendas es barato y usualmente llevado a cabo por personas que saben como usar o construir ductos de luz y obtener lo mejor de la iluminación natural disponible con técnicas tales como el acabado blanco de murallas.
Construir en y alrededor de esas inmensas rocas puede parecer extravagante, pero en verdad es una decisión sumamente práctica tomada por personas que entendieron cómo sacar el mejor provecho de su terreno. Además, fue muy importante en términos estratégicos dada la relación hostil entre la España islámica medieval y sus vecinos cristianos; según los cronistas católicos contemporáneos, el castillo del siglo 12 situado en la cima de la ciudad era considerado prácticamente inexpugnable, y bloqueó el avance cristiano hacia Granada durante 50 años.
Aunque usualmente llama la atención por su emplazamiento espectacular, Setenil también nos enseña una lección muy importante en cuanto a cómo los habitantes tratan su ciudad. Estas eficientes viviendas de bajo impacto han sido usadas por más de 500 años, y son un maravilloso ejemplo de cómo una característica que normalmente impediría el asentamiento puede ser convertida en una amplia ventaja para quienes habitan el lugar.