Es sabido que en general, el ejercicio de la arquitectura en Latinoamérica, cuando no es entendida y enfocada como negocio, no es una profesión que se caracterice por tener una remuneración lo suficientemente alta como en otras profesiones. Sin embargo, una práctica que varias oficinas reconocidas y de cierto prestigio realizan, es la de polarizar su trabajo. Por un lado se muestran los proyectos de calidad, que suelen no dejar mucho dinero, y por el otro se esconden o dejan en el anonimato una serie de proyectos de mala calidad, y que entran en la lógica de un negocio, que son aquellos que generan importantes ingresos.
Arquitectos y oficinas que realizan este tipo de lógica de polarización, caen en una importante falta de ética, ya que no es la misma calidad y dedicación con las que enfrentan todos sus encargos. El problema está en separar aquellos proyectos de calidad que se hacen públicos, de aquellos proyectos para lucrar de nulo valor y calidad que quedan escondidos. El problema de este asunto no está en realizar una arquitectura lo suficientemente interesante para el mundo crítico o editorial, sino que está en la falta de honestidad de realizar una arquitectura de autor para ser vista, frente a una arquitectura que, por no tener el mismo nivel es escondida, pero que sin embargo supone los ingresos de la oficina.
Otro grave problema es que este tipo de soluciones suelen ser más frecuentes en proyectos inmobiliarios que apuntan a estratos sociales bajos, donde una buena arquitectura o edificio, podría ser el motor para poder cambiar la calidad de vida de las personas, pero que sin embargo son el medio para ciertas oficinas o arquitectos, de realizar una arquitectura afín a la crítica y la difusión.
Creo que son loables los arquitectos que no tienen precio, que no están dispuestos a realizar este tipo de prácticas y que enfrentan cada encargo con la misma importancia, seriedad y ética que merece cualquier proyecto y cliente. Por la otra parte, también son loables, aquellos que honestamente muestran todo aquello que realizan, pero si resulta despreciable, quienes lucran con un tipo de arquitectura y al mismo tiempo figuran con una totalmente diferente, como si se tratara de dos arquitectos y dos oficinas totalmente diferentes.