“Glass Pavillion” alojará la instalación de la obra homónima de la artista Mónica Fuster. La pieza en cuestión consiste en un conjunto de esferas metálicas invisiblemente conectadas entre si y fabricadas en neodimio y stiloleno, que forman una figura de 14 metros de diámetro “flotando” a 1 metro de altura, gracias al campo electro-magnético creado por un equipo oculto bajo el pavimento, desde donde se genera la atracción constante que las mantiene en levitación. Por su constitución técnica y también por su propio carácter mágico, la pieza debe permanecer confinada en un espacio no accesible pero ofreciendo la máxima visibilidad y liviandad, gracias a una arquitectura a la que se impone la desaparición en el momento de la visión de la obra de arte.
El pequeño contenedor se concibe como una cubierta en forma de patena que descansa sobre un cilíndrico de vidrio transparente que aparece enigmáticamente en el paisaje. Si nos acercamos, vemos desde la barandilla perimetral que el suelo del pabellón está unos metros más abajo, rodeado por un foso aparentemente infranqueable. Pronto se descubre que desandando los últimos metros, un túnel de traza curvada nos deposita en la directriz tangente del pasillo que rodea el espacio vidriado descubriendo la enigmática figura en suspensión.
Pasear en círculo este corredor, experimentar los diferentes reflejos emitidos por la cubierta pulida, emocionarse con la pérdida de referencias, explorar otro eco y otra luminosidad acompañando un fenómeno que se produce ante nuestros ojos y que quedará allí impasible también cuando nos hayamos ido, es el objetivo de esta construcción elemental. En ella se recogen las inquietudes más primigenias de la arquitectura: proteger, dialogar con la naturaleza y proporcionar una serie de experiencias espaciales que se instalarán en la memoria de sus visitantes.
La lectura de la pieza y el espacio supone entregarse a un proceso de desorientación que no encuentra la salida sino cambiando de dirección para emerger helicoidalmente de nuevo en campo abierto y entender finalmente la configuración conjunta de la obra de arte y el mecanismo arquitectónico en el que se instala revelando una suerte de movimiento helicoidal ascendente y descendente, de adentro afuera y viceversa que lo envuelve todo, incluido el deambular de los espectadores integrados como un ingrediente más del experimento.
Incorporar el desplazamiento del público a la propia pieza supone también considerar el tiempo y su manipulación como material del arte y la arquitectura poniendo en resonancia las diferentes capas materiales e inmateriales que conforman el conjunto.
Así, desde la cimentación, los túneles de acceso y los muros que construyen el vaso, el ritmo de las costillas vidriadas que soportan el cilindro transparente, el espacio reservado para los equipos técnicos, el aire bajo y sobre el plano habitado por las esferas, las diferentes capas de la cubierta, etc., reproducen de alguna manera la geometría natural de inspiración cristalográfica de la pieza en diferentes escalas y sistemas estableciendo un diálogo entre el “trazado geométrico” de la obra y la “geometría constructiva” del pabellón.
El magnetismo no es por lo tanto sólo relativo al trabajo de Mónica Fuster sino que se hace eco en la arquitectura que en contra de sus propios principios flota ingrávida en el paisaje, desdibuja su forma y estimula la fantasía de las personas tan ajenas al ingenio técnico que hace levitar las esferas como al recurso constructivo que permite apoyar la cubierta sobre vidrios transparentes.
Construido en la isla de Mallorca, el pabellón negociará su asentamiento con el subsuelo de piedra caliza de marés pudiendo ofrecerse las cimentaciones, el túnel y las paredes del vaso principal como el resultado de un vaciado mecánico, geométrico y preciso que introduce el factor artificial en el medio natural al tiempo que entronca con la tradición minera de la isla.
Arquitectos
Ubicación
Majorca Island, Balearic Islands, SpainResponsable del Proyecto
Gonzalo RivasEquipo de Proyecto
Luis Berríos-NegrónCliente
Monica FusterTexto
Juan Herreros, Mallorca, Noviembre 2010Área
530.0 m2Año Proyecto
2010Fotografías
Cortesia de Juan Herreros Arquitectos