-
Arquitectos: Pedro Mendes Arquitectos
- Área: 2855 m²
- Año: 2013
-
Fotografías:Jorge Lopez Conde, André Martins
Descripción enviada por el equipo del proyecto. A mitad de camino entre una de las referencias de arquitectura moderna de la ciudad, el edificio Parnaso de 1954, y la Casa da Música casi 50 años posterior, se localiza el edificio de viviendas. Ocupa el lugar de una antigua casa destartalada y emerge como un volumen con la silueta recortada a modo de dientes de sierra por una familia de lucernarios de dibujo irregular.
El frente o paño de fachada de color azul verdoso señala y anuncia la presencia de las viviendas y el comercio en la estructura urbana de la ciudad, mientras que las variaciones o cambios de las aperturas de las hojas del mismo registran las diferentes señales de ocupación y de la vida cotidiana de sus habitantes.
La propuesta ha trabajado en torno a una constante observada en la manera que se han ido ocupando las grandes manzanas — quarteirões— en el centro de la ciudad, con parcelas — o lotes— estrechas y profundas donde la construcción estaba inicialmente alineada y ordenada en su fachada a la calle. Con el paso de los años ese volumen principal se ha ido extendiendo poco a poco con diversas y sucesivas construcciones y añadidos — para uso comercial o industrial, o simplemente vivienda—, tanto en profundidad, hacia los jardines interiores, como en altura, creando conjuntos de sección distinta.
Esta doble condición de crecimiento y sobreposición se vincula al proyecto, generando de esta manera relaciones complejas de articulación entre lo público, lo privado, la calle, la tienda, las viviendas, las terrazas y el jardín. Así, dos conjuntos o grupos de lucernarios definen y acotan las áreas que en un principio iban a seguir perteneciendo a la familia propietaria: la tienda-taller disfrutando del jardín y, arriba del todo, la casa-estudio con las vistas del mar no tan lejano. Entre ellas dos, un paquete de viviendas para vender.
El sistema de trabajo ha sido un encuentro entre referencias de los dos lados de una unión ibérica muchas veces idealizada y pocas veces concretizada. La amistad de los dos autores dibujó una serie de catálogos de posibles fachadas de Lisboa, de Madrid y de Oporto donde coincidieron viviendo hace ya 20 años. Además hubo que enfrentarse a los absurdos de la normativa y situaciones kafkianas de la burocracia y gestión de la ciudad, así como, por desgracia, a la difícil coyuntura económica de estos años. Todo ello en un largo proceso que, qué duda cabe, también teje la trama o el lienzo con que se hace la arquitectura.