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Arquitectos: Choza. Espacio de Arquitectura
- Área: 245 m²
- Año: 2023
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Fotografías:Juan Cruz Paredes


El encargo. Tres deseos: (re) producir, experimentar y contemplar. La necesidad de disponer de un espacio de escala doméstica para cultivar hortalizas fuera de temporada y experimentar en la reproducción de plantas bajo temperaturas controladas, que serán luego insertadas en su entorno inmediato adaptándose de manera paulatina al clima del lugar. También el deseo de crear un espacio para el ocio, el disfrute y la contemplación.

El lugar. Emplazado en lo que fue un predio productivo creado en la década del 30' en el Valle de Calamuchita de la provincia de Córdoba, Argentina. Un antiguo tanque de agua, hoy en desuso, apoyado sobre un macizo rocoso que fue pensado para abastecer al sistema de riego de la producción agrícola del momento.

La intención. Nos resultaba interesante pensar la posibilidad de que casi 90 años después de su construcción, esta infraestructura volviera a ser un espacio vinculado a la (re) producción de hortalizas -en este caso a una escala doméstica- para pensar una vida más sustentable y con la convicción de que debemos re usar las arquitecturas en el tiempo. Coincidimos con Smiljan Radic cuando sostiene que para recuperar algo, ese algo necesita tener cierto valor físico. Es así que decidimos reciclar esta circunferencia de 16 metros de diámetro y 1.5 metros de alto, despojándola de sus muros fracturados y manteniendo la plataforma rocosa sobre la cual apoyamos el invernadero, que se adapta a su geometría: una suerte de carpa circular invertida, de estructura metálica y envolventes de policarbonato traslúcidas. Haciendo alusión al impluvium de las casas romanas, el techo invertido se vacía en el centro para recuperar el agua de lluvia en un piletón natural que drena a través de una callocidad rocosa.

El proyecto. Los espacios de producción debían posibilitar distintos tipos de cultivos: hortalizas, hidropónicas, cactus, orquídeas, tropicales, etc.; a la vez que se debía asignar espacios de trabajo para germinación, espacios de guardado y servicios básicos. El sector de contemplación estaba vinculado a la idea del ocio como parte del propio espacio de invernadero. La superficie circular de la preexistencia se dividió entonces en 8 módulos estructurales y espaciales iguales, dos de ellos exteriores y seis interiores. Cada módulo interior contiene la infraestructura necesaria para funcionar de manera independiente al resto y poder controlar su temperatura, humedad, ventilación e iluminación.



El clima. Sabemos que los invernaderos tienen una gran capacidad de regular el clima de manera pasiva, sobre todo en climas de frío extremo. De Lacaton & Vassal hemos aprendido que es posible articular esta tipología industrial con la vida doméstica, entendiendo las dificultades que presentan en los climas cálidos como el de Córdoba, donde los propios sistemas pasivos nos permiten repensar estas infraestructuras en búsqueda de una eficiencia energética.

El invernadero debía responder a una gran amplitud térmica estacional, garantizando la máxima captación de radiación solar en invierno para luego acumularla la mayor cantidad de tiempo posible en el interior. Por otro lado, era importante garantizar un control de la radiación solar en verano, sin perder la luz natural que favorece a la fotosíntesis de las plantas, y generando al mismo tiempo una buena ventilación para que las temperaturas interiores no se vuelvan extremas. De allí parte la estrategia de crear una doble envolvente compuesta por una membrana exterior de policarbonato que potencia la captación de luz solar en el interior, garantizando a la vez, a partir de la apertura del 50% de la superficie perimetral, una buena ventilación interior.


Una membrana interior de un textil microperferado blanco completa la doble envolvente, regulando la incidencia solar y ayudando a que el calor generado en el interior no se pierda tan fácilmente en invierno. A su vez, esta membrana colgada en horizontal bajo el techo inclinado genera un espacio buffer donde se acumulan las altas temperaturas en verano, que son expulsadas al exterior a través de las banderolas superiores de la envolvente. Nos interesaba que los mecanismos para operar las envolventes fueran analógicos, para, de alguna manera, obligarnos a tomar conciencia del tiempo del cuidado. Pensamos en una arquitectura lenta y artesanal.
