Descripción enviada por el equipo del proyecto. En Osaka suele haber ciudades desordenadas y cómodas. Muchos de los residentes que nacieron y crecieron allí están apegados a su propio pueblo. Para ser precisos, no lo aman mucho, pero pueden estar simplemente acostumbrados a la vida que llevan ahí y que se ha repetido a lo largo de los años. Las escenas diarias de estos lugares no tienen valor académico y contienen muchos elementos ilegales, pero la fuerza de los residentes que impulsan las cosas con una especie de responsabilidad egoísta crea una combinación extraordinaria de cotidianidad o un sentido de seguridad rodeado de ruido, otorgándole a la ciudad un extraño sentido de solidaridad.
Diseñamos la casa de una persona que había vivido en ese pueblo durante muchos años para reformarla y convertirla en una casa más un local comercial. Renovamos todo el edificio, de casi 50 años de antigüedad, excepto los cimientos, la estructura de acero y los muros exteriores este y oeste, que están semi integrados con las casas de ambos lados. Aunque el lugar está en una ubicación muy conveniente, sólo tiene a lo máximo 30 metros cuadrados de superficie. Originalmente era un edificio de cinco plantas, pero para eliminar la estrechez de espacio y reducir la carga asociada a la normativa legal, las plantas segunda y tercera se convirtieron en atrios de dos plantas, con lo que pasó a ser un edificio de tres niveles. Sin embargo, creamos una terraza entre los niveles que puede utilizarse para el mantenimiento, haciendo que parezca un edificio de cinco plantas.
Teniendo en cuenta que las escaleras son necesarias para que el movimiento vertical forme parte del espacio habitable, planeamos colocarlas en medio de la planta residencial. Todo el edificio está vagamente conectado mediante escaleras y atrios, pero la intimidad aumenta gradualmente desde la base hasta los pisos superiores, y vuelve a conectar con la ciudad en la azotea. El segundo piso puede alquilarse si los residentes tienen una relación de confianza. La difuminación de los límites espaciales y el diseño integrado de las fachadas crean una relación única entre los residentes, las tiendas y la ciudad.
Creamos una lujosa sensación de apertura y una relación directa con lo que ocurre afuera, al tiempo que trasladamos a la casa el ambiente caótico de esta ciudad, con su mezcla de antiguo y nuevo. Esto hace que los residentes sientan la casa como una base secreta, aunque pasen transeúntes por las inmediaciones.
Combinamos materiales que dan sensación de envejecimiento y materiales nuevos para crear una secuencia inesperada en torno a la escalera y un espacio que requiere ingenio a la hora de utilizarlo. Esto permite que con el tiempo se desarrolle un verdadero apego y nostalgia. Creemos que a medida que los residentes sigan disfrutando de la colección de objetos y de las experiencias que vivirán, esta casa se llenará de ruidos variados y se familiarizará más con la ciudad.
Aunque a los demás les parezca una chatarra, hay un espacio que es insustituible para el usuario. Nuestro objetivo era realizar una arquitectura que presentara lo público, fomentando un paisaje urbano ordinario pero rico a través de espacios privados que estuvieran vagamente conectados con la ciudad con confianza y apego a ella.
