

Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto para Quintal Mogi, un establecimiento que incluye restaurante, café y venta de productos orgánicos, partió del concepto del propio "quintal", un espacio que evoca acogida, recuerdos, afecto y simplicidad, con el objetivo de crear una atmósfera única para el lugar. Originalmente, la propiedad de la esquina era una antigua casa que experimentó diversas transformaciones a lo largo de los años para adaptarse a diferentes usos comerciales. Presentaba una configuración desfavorable, con extensiones improvisadas, techos precarios, diversos revestimientos superpuestos, plataformas, ventanas con poca visibilidad y una fachada completamente cerrada hacia la calle. El primer paso fue promover la "apertura" del espacio, eliminando techos, unificando cubiertas, integrando ambientes y eliminando desniveles.



La fachada fue un desafío significativo del proyecto: una pequeña losa saliente en la esquina fue demolida y el techo se empotró para lograr un volumen más armónico; se realizaron nuevas aperturas y se propuso un nuevo conjunto de carpintería con el objetivo de establecer una relación más franca entre el entorno interno, el paseo público y el cielo, garantizando al mismo tiempo ventilación e iluminación natural a los espacios internos. En la entrada, la luz del sol se filtra a través del forro de contrachapado naval con perforaciones de serracopo, creando un efecto luminoso, elemento de transición entre el exterior y el interior que también contribuye a la sensación de acogida y destaca la jabuticabeira plantada alrededor del icónico suelo de ladrillos rojos. Además, se crearon nuevos patios: el primero, con un lavabo con lavabo esculpido en concreto moldeado en el lugar y que da acceso a los baños; el segundo, con un banco de bloques de concreto a la vista, destinado a cafés al aire libre. Ambos patios presentan paredes en tono terracota, en diálogo con el suelo de ladrillos, resaltando la presencia del verde de las plantas.



La disposición del programa considera la configuración original de la casa. La cocina y los espacios de apoyo se ubicaron en el centro de la planta entre las paredes estructurales de ladrillo macizo que se conservaron. La idea fue aprovechar la profundidad doble de la pared para crear un juego de llenos y vacíos con nichos de diferentes tamaños. Las piezas de granito de las antiguas encimeras, retiradas durante la demolición, se reutilizaron en los acabados de las bases de cada nicho. Uno de los nichos se abre hacia la cocina configurando un pasa-platos que facilita la dinámica interna de los empleados, además de permitir la conexión visual entre los dos ambientes y proporcionar una perspectiva de la calle para quienes están dentro de la cocina. En diálogo con el mobiliario fijo del mostrador del café y de las áreas internas, el mobiliario para el salón se diseñó como una familia de expositores, incluyendo estantes, buffets y mostradores con ruedas. La materialidad combina el contrachapado naval a la vista en estantes y armarios, la madera maciza en la estructura de vigas y el laminado azul francés en alguna de las caras del mueble para un detalle de color.
