La iluminación pública desempeña un papel fundamental en las ciudades modernas y ha evolucionado considerablemente a lo largo de la historia. En la Antigua Grecia y Roma, métodos rudimentarios como antorchas y lámparas de aceite iluminaban algunas calles. Durante la Edad Media, castillos y calles de ciudades europeas utilizaban linternas de aceite y, posteriormente, velas. Un avance significativo se produjo con la invención de la lámpara de gas a finales del siglo XVIII, que se usó por primera vez para la iluminación pública en Londres en 1807, mejorando la visibilidad en las calles y contribuyendo a la reducción del crimen. La invención de la lámpara eléctrica por Thomas Edison en 1879 revolucionó la iluminación pública, y las lámparas incandescentes comenzaron a reemplazar al gas, proporcionando una iluminación más eficiente y segura.
Mejorar la seguridad, reducir la oscuridad y minimizar el riesgo de crímenes y accidentes son algunos de los beneficios clave de la iluminación en calles. Esta práctica no solo facilita la movilidad nocturna de peatones y conductores, sino que también permite el uso de espacios públicos para actividades sociales y comerciales, y contribuye a la estética urbana al resaltar edificios y monumentos. Sin embargo, la iluminación excesiva presenta inconvenientes, como la contaminación lumínica, que afecta la visibilidad del cielo nocturno, altera los ritmos biológicos de personas y animales, y dificulta la observación astronómica profesional. En zonas rurales o en playas apartadas, donde la interferencia lumínica es menor, el cielo nocturno muestra una cantidad significativamente mayor de estrellas en comparación con las ciudades, donde la polución lumínica oculta gran parte del firmamento.
Para mitigar estos impactos, Chile cuenta con una norma de contaminación lumínica desde 1998, que limita la emisión de luz hacia el hemisferio superior y la iluminación excesiva en regiones del norte, como Antofagasta, Atacama y Coquimbo. Más recientemente, el Decreto Supremo Nº 1/2022 del Ministerio del Medio Ambiente (D.S.N°1) introdujo importantes actualizaciones que buscan proteger no solo la calidad de los cielos nocturnos, sino también la salud humana y la biodiversidad. Estas restricciones se han extendido a todo el país.
La nueva norma D.S.N°1 reduce el porcentaje permitido de emisión de luz azul en la iluminación exterior del 15% al 7% en todo el país, con restricciones aún más rigurosas del 1% en Zonas de Protección Especial, como áreas astronómicas y de protección de biodiversidad. Además de preservar la calidad de los cielos para la observación astronómica, la norma busca minimizar los impactos sobre la biodiversidad y los ciclos circadianos humanos, promoviendo así una protección más amplia para el medio ambiente y la salud pública. Esto incluye la iluminación pública, parques, instalaciones deportivas e industriales, así como avisos y letreros luminosos.
Para cumplir con las nuevas regulaciones y optimizar el consumo de energía, es esencial seguir algunos principios en el diseño y la selección de luminarias. Uno de los aspectos más importantes es el control de la emisión de luz azul (<500 nm), que se dispersa fácilmente en la atmósfera y contribuye significativamente a la contaminación lumínica. La temperatura de color correlacionada (CCT) también debe considerarse, ya que determina cómo se percibe la luz en los espacios públicos, influyendo en la visibilidad, seguridad, estética, eficiencia e impacto ambiental. Alinear la temperatura de color de las luminarias con la luz natural favorece una mejor sincronización del ritmo circadiano en humanos y animales.
Además, maximizar la eficiencia luminosa (lm/W) es fundamental, ya que permite que una mayor cantidad de luz se produzca con el menor consumo de energía, garantizando una iluminación eficaz y económica. La optimización de las curvas de utilización también es crucial, asegurando que la luz se distribuya de manera que minimice las áreas mal iluminadas y concentre la iluminación donde más se necesita. Otro factor importante es la perfección en la óptica y la uniformidad de la luz, lo que asegura una distribución homogénea y reduce sombras y puntos oscuros, esenciales para la seguridad y la estética de los espacios. Es también imprescindible seleccionar productos con un alto Índice de Reproducción Cromática (CRI), que ofrezcan una reproducción fiel de los colores, mejorando la seguridad y la percepción visual en ambientes exteriores.
Con una combinación de innovación tecnológica y sostenibilidad, Schréder ofrece una amplia gama de productos que cumplen con los estándares de emisión de luz azul y eficiencia energética. Entre las soluciones destacadas se encuentran luminarias como HESTIA, PIANO, IZYLUM, IZYLUM LT, TECEO, AMPERA, SHUFFLE, YOA, ISLA LED, FLEXIA FG, FLEXIA BRASO, STYLAGE, VALENTINO, VALINTA, ECOBLAST, INDU FLOOD y OMNISTAR. Cada uno de estos productos está diseñado para garantizar una iluminación de alta calidad, con bajo impacto ambiental y máxima eficiencia energética, alineándose con las exigencias de la nueva norma y promoviendo entornos seguros y bien iluminados.
Caso de estudio: Iluminación sostenible y cumplimiento de la Norma D.S.N°1 en proyecto en Colcura, Chile
El proyecto de iluminación implementado en la región costera de Colcura, en el sur de Chile, es un ejemplo de cómo la infraestructura urbana puede evolucionar para cumplir con las exigencias ambientales, manteniendo al mismo tiempo la funcionalidad y la seguridad. Situado en un área sensible, cercana a hábitats naturales que albergan especies nocturnas y a la orilla del mar, el proyecto enfrentó el desafío de minimizar el impacto de la iluminación artificial sobre la biodiversidad local, especialmente en lo que respecta a la emisión de luz azul. Schreder realizó la recomendación de soluciones que no solo cumplen con las directrices del D.S. N°1, sino que también mejoran la eficiencia energética y la calidad de la iluminación pública.
El producto TECEO fue seleccionado por su alta eficiencia luminosa, su excelente control óptico y la uniformidad en la distribución de la luz, asegurando una iluminación eficaz con mínima dispersión y un reducido impacto ambiental. Gracias a este enfoque, el proyecto logró disminuir significativamente la contaminación lumínica, protegiendo la fauna local y mejorando las condiciones para la contemplacion del cielo estrellado. Además, garantizó la seguridad y promovió la eficiencia energética, alineándose con los principios de sostenibilidad del desarrollo urbano en Chile.
La nueva norma D.S.N°1 representa un avance significativo hacia una gestión más responsable y sostenible de la iluminación exterior en Chile, y puede servir de ejemplo para el resto del mundo. Adoptar las estrategias adecuadas y elegir productos que cumplan con estas regulaciones no solo ayuda a proteger el medio ambiente, sino que también maximiza la eficiencia energética.
Para más información sobre estas soluciones, revisa el catálogo de productos de Schréder o su sitio web.
