-
Arquitectos: Termopolio Arquitectura
- Área: 215 m²
- Año: 2023
-
Fotografías:Andrés Villota Pelusa
-
Proveedores: FV, Graiman, NOVACERO
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El costo acelerado del suelo urbano y la reciente pandemia del COVID-19, cambiaron el modo de habitar de las personas, haciendo que estas desarrollaran una idea diferente de su vivienda, dando prioridad a situaciones de habitabilidad que antes estaban en segundo plano. Producto de ello, surgió la necesidad de encontrar un lugar que contara con ventajas de la urbanidad y la oportunidad de hábitat sin demasiadas restricciones.
La vivienda El Limonar se sitúa en el área periurbana del cantón Portoviejo, Ecuador; condicionando así la interpretación del proyecto y posicionando al entorno inmediato como el gran protagonista de la obra. Implantada en uno de los macro lotes de la zona y rodeada de plantaciones de limones históricamente consolidadas que representan un legado natural valioso para el cliente. La solución va guiada hacia el respeto por la naturaleza y el aprovechamiento de las vistas.
Una limonada en El Limonar. Recibimos el pedido de una joven pareja que disfruta de la naturaleza y de las reuniones en familia, valoran la privacidad y la discreción. Por consiguiente, la solicitud se concibe desde la apreciación de dos circunstancias: la privacidad como prioridad para la estancia y la interrelación persona-medio natural para la convivencia social.
La Desfragmentación como Parti. La desfragmentación del cubo como estrategia de diseño, permite que el proyecto se adapte a las condiciones del terreno y requerimientos del cliente, generando tres bloques que establecen espacios zonificados, categorizados como: servicio, social y descanso (espacios servidos), los cuales se interconectan a través de corredores (espacios servidores), estos últimos sirven a su vez para alojar zonas de servicio como baños y bodega.
Espacio, Estructura y Envolvente. La casa se compone de tres cuerpos que se distribuyen en un solo nivel, el bloque principal que se alarga en el eje norte-sur, expresando recibimiento y transparencia hacia el área social y, dos bloques que se desplazan lateralmente para generar la sensación de privacidad, estos, permiten que el vacío actúe como mediador entre lo construido y el contexto. La conexión entre los cuerpos es posible mediante un eje longitudinal que va desde el este al oeste.
La armonía del espacio resulta de mostrar y ocultar las áreas correctas, en donde se destaca el bloque social con su ingreso y se esconden los bloques de servicio y descanso. Es así, como no solo se consigue el equilibrio en la composición, sino que además las transiciones se enmarcan en una relación dinámica y progresiva.
El balance en la estructura del proyecto se refuerza con las disposiciones de las cubiertas, las cuales poseen inclinaciones intencionadas para el riego de cultivos, manteniendo la idea de la vegetación como agente principal en el diseño. Como ambientalista, el cliente desea conservar el ciclo del cultivo y que este logre formar un contraste con la obra. Formalmente, en la fachada norte, la cubierta a una sola agua expone las vistas con mayor amplitud, mientras que en el interior se incorpora como un elemento que juega con las percepciones visuales en la profundidad de los corredores.
La casa se proyecta con una combinación de materiales modernos como el acero estructural y otros más tradicionales como el hormigón y el ladrillo artesanal. De esta forma, el proyecto busca conectar la arquitectura tradicional que lo rodea con la armonía de texturas en su exterior, no obstante, al ingresar a la vivienda las sensaciones cambian, el contraste transforma la experiencia, la materialidad se muestra y lejos de competir, dialoga con el entorno. Como producto, el equilibrio entre el espacio, la forma, la historia del dueño y su filosofía.
Un café en El Limonar. La obra encuentra la manera de replantear el hábitat desde una nueva experiencia, en donde el vacío aparece como recurso para lograr la comunicación y diferenciación de zonas. Los recorridos se tornan atractivos ya que invitan a tener una visión del exterior y generar un sentido de control sobre las demás áreas, la materialidad se fusiona con la vegetación y se vuelven un solo lenguaje. Como consecuencia, espacios semitransparentes con límites virtuales que fluctúan y filtran diferentes elementos, en donde intervienen la sombra, la vegetación y la forma de habitar el espacio.