Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto plantea el diseño y construcción de una vivienda unifamiliar suburbana, ubicada en un lote en esquina de un tradicional Club de Campo del partido de Pilar, provincia de Buenos Aires, Argentina. El lote, de una superficie aproximada de 1100 m², pertenece a una nueva área de desarrollo del club, hecho que se traduce en la casi inexistencia de construcciones vecinas y una parquización todavía poco importante en cuánto a masa e impronta paisajística. Al norte linda con un campo de golf par tres, ya consolidado, sin que intermedie con él ningún tipo de límite físico, lo que garantiza una amplitud y riqueza de visuales en la misma dirección del buen asoleo. El lote presenta superficie plana en toda su extensión.
En términos generales, el tamaño considerable de los lotes, sumado al bajo Factor de Ocupación del Suelo y a los retiros obligatorios, generosos, establecidos por la normativa interna del Club, generan un tejido suburbano muy esponjado y de gran calidad ambiental para los objetivos inherentes a este tipo de emprendimientos. Pero al mismo tiempo, estas características también producen, combinadas con el Factor de Ocupación Total y con la voluntad de agotar el metraje construible permitido por parte de los desarrolladores, unas volumetrías muy compactas, de proporciones cuadrangulares y planas. En éstas, los espacios de expansión y de transición semicubiertos o abiertos, tan importantes y demandados en construcciones de esta naturaleza, ven limitada su lógica formal al resultar finalmente en agregados al volumen principal con materializaciones no adecuadas a la relevancia de su uso.
Esta fuerte condicionante, subyacente a la volumetría de todas las edificaciones del área, es tomada en este caso como estrategia de desarrollo del proyecto, exteriorizándolo y asumiendo sus potencialidades. El volumen resultante se muestra con toda su contundencia, para, a posteriori, aplicarle distintos mecanismos articuladores formales, ya sean consecuencia directa del programa, como la subdivisión horizontal del volumen para noche/día, o para mantener la privacidad sin renunciar a grandes superficies vidriadas, como los movimientos de translación y rotación de los muros que cierran la planta baja.
Uno de esos movimientos genera un muro en esquina, que abarca la casi totalidad del linde lateral oeste y parte del sur, a modo de tapial, que, más allá de dar privacidad, actúa de disparador para el recorrido programático y simbólico. Se trata de la generación artificial de un contexto, la esquina, más propia de otras tipologías urbanas, articuladora del acceso y generadora al mismo tiempo de n patio de transición a modo de atrio lateral. Se planta una pseudoacacia frissia en este punto, árbol caducifolio de fuerte variación tonal según estación, para explicitar aún más la importancia de este recurso en la concepción general del proyecto.
Si bien las piezas que conforman el programa general se corresponden a aquellas habituales en esta tipología de vivienda, es el tratamiento de los límites entre ellas y las articulaciones espaciales resultantes lo que confiere cierta complejidad al armado de las plantas. En ese sentido se entrevé una clara voluntad de optimizar los espacios principales. Se eliminan para ello aquellos locales que debilitan, por duplicidad de uso a los anteriores. Desde un primer momento, se establece una clara diferenciación entre zona de día y de noche. Esta división tiene su consecuencia formal inmediata. Se pretende que la planta baja sea abierta, que se relacione de forma franca con el exterior, pero que al mismo tiempo mantenga la escala doméstica y sobretodo la privacidad. Se trata de una planta fluida, dónde los espacios son definidos por el mayor o menor grado de permeabilidad visual que se establece entre ellos; sólo la cocina y el toilette pueden cerrarse a voluntad. Se utilizan recursos como el objeto escalera, ubicado entre estar y comedor, que actúa de filtro y cuya baranda se entiende como una sucesión de pletinas profundas y muy juntas y que tiende a desaparecer cuando el observador se coloca en perpendicular al tendido de la escalera (cuando mira del comedor al estar o viceversa) pero que va solidificándose a medida que uno se acerca a mirarla de frente. También se articula la relación entre el play-room y el estar mediante una diferencia de nivel y un mueble longitudinal, jerarquizándola. La galería se entiende como otra estancia en sí misma, de la misma magnitud que el área de estar-comedor, profunda y en doble altura; pieza importante por ser la más vivida durante muchos meses del año, se puede integrar completamente al estar-comedor removiendo las carpinterías correderas de gran formato (evitando la doble altura de las mismas, para facilitar su limpieza). Al mismo tiempo el despliegue de los muros en planta baja, así como los huecos practicados en ellos, garantiza la privacidad y genera límites difusos y espacios ambiguos que insinúan sucesiones fluidas.
La planta primera, más allá de la vinculación visual directa entre el distribuidor lineal y la doble altura, está formada por una sucesión de habitaciones y baños. Todas las habitaciones se abren al exterior mediante grandes aperturas. Cada habitación, a una fachada distinta: la intención es particularizar cada uno de los locales otorgándoles diferentes vistas y asoleo. Este recurso también permite dar más masa al volumen superior y generar fachadas equivalentes, potenciando así su carácter monolítico.
Se ha puesto especial hincapié en el diseño de la iluminación natural. En la planta baja se evita el asoleo directo. Toda la luz entra rebotada, lo que le da una calidad lumínica particular, con una luz muy constante y uniforme en todos los ambientes. Este punto, sumado al factor de la doble altura y la ventilación cruzada presente siempre hace que la planta baja en verano sea particularmente fresca y no haya necesidad de recurrir a medios artificiales de refrigeración. En invierno el confort queda garantizado por la losa radiante, uniforme en todo su tendido.
En cuánto a materiales, se decide usar el ladrillo visto manual tipo Chacabuco, como en las construcciones comunitarias del Club, con la intención de establecer cierta coherencia con el entorno. El módulo del ladrillo está muy presente ya desde las proporciones generales del volumen superior, y es directamente el articulador de la relación lleno-vacío. Para los pisos de la planta baja se recurre a graníticos claros, tanto para interior como para exterior, y terminaciones de yeso para los paramentos verticales en toda la casa. También se usa la madera en los cielos rasos de la galería, en sus dos niveles. Todas las carpinterías son anodizadas negras, color que comparten con la terminación monocapa del muro de cerramiento de la planta baja que envuelve la cocina.
El proyecto pretende ser una síntesis de, por un lado, los condicionantes y limitaciones aparentes que presenta el tema de la vivienda unifamiliar en entornos no permeables, con requerimientos relacionales, de privacidad y de seguridad particulares y por el otro, la aceptación de la presión constructiva en ese tipo de entornos como posible y legítima estrategia proyectual.