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Fotografías:Aitor Ortiz
Descripción enviada por el equipo del proyecto. A mediados de los años 60 la industria de la región sufrió un gran desarrollo que conllevó la necesidad de mano de obra, generando en muy poco tiempo nuevos barrios. Estos barrios, como el de Galtzaraborda, son en general de una densidad alta y ocupan a menudo áreas que han abandonado el fondo del valle y empiezan a trepar hacia los montes.
Los bloques se van colocando siguiendo la lógica de las líneas de topografía, ocupando diferentes cotas y dejando entre ellos vacíos irregulares, aleatorios que se usan para conectar a máxima pendiente los diferentes niveles. El vacío que nos ocupa es el punto de conexión natural entre las cotas altas de viviendas y el nivel inferior ocupado por los equipamientos, estación de tren, polideportivo y escuela infantil.
El espacio irregular y casual está dominado por la presencia de un árbol de grandes dimensiones que es preciso mantener, como un testigo valioso del proceso de cambio del barrio. El ascensor se ha colocado "en el único sitio en el que podía estar", su ubicación es un punto resultante de cruzar, la norma que obliga a respetar distancias a los testeros, mantener las vistas de las viviendas sobre el espacio y no sobrepasar las alineaciones de las viviendas.
El segundo punto que determina la forma del ascensor es la desalineación de la pasarela puente, esa pieza se coloca de forma tangente para alejarse del árbol a mantener y centrando el paso de los peatones en el eje virtual de ese vacío.
La pasarela en esta posición no focaliza la perspectiva hacia la puerta del ascensor, permite avanzar sobre ella con un fondo visual mucho más abierto y funciona como un punto de observación sobre el entorno y de los montes lejanos y el puerto de Pasaia.
Se ha buscado la máxima esbeltez y transparencia en todo el elemento, todas las piezas se han proyectado mediante paños rígidos de acero con triangulaciones tipo cercha. Las triangulaciones responden, por un lado, a la lógica estructural y por otro a un lenguaje industrial, en este sentido los muros de hormigón se han encofrado con una chapa metálica para dotarlos de ese mismo carácter.
Se trata de impregnar al objeto construido de una relación sentimental con el lenguaje industrial de las fábricas de acero y del puerto que al fin y al cabo dieron origen al barrio de Galtzaraborda.
