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Arquitectos: Gabriel Biagioni, José Giolongo, Javier Mendiondo, Sergio Pecorari, Luis Pessoni, Ramiro Piva; Gabriel Biagioni, José Giolongo, Javier Mendiondo, Sergio Pecorari, Luis Pessoni, Ramiro Piva
- Área: 765 m²
- Año: 2010
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Fotografías:Federico Cairoli
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Colegio de Arquitectos debe ser la casa de los arquitectos, el espacio donde confluyan. Un lugar de encuentro y de articulación entre los diferentes actores que participan en nuestra disciplina. El espacio arquitectónico emerge como la pieza fundamental para la generación de esa confluencia.
Un gesto inicial -un plano plegado- se transformó en un elemento que configura ese espacio de confluencia. Desde una situación bifronte, ese elemento estructural que toma forma y cuerpo constructivo anuncia, por un lado, la generación de un espacio al interior del edificio y, por otro, una apertura hacia el espacio público del centro histórico de Santa Fe. Se convierte así, pliegue y espacio, en un dispositivo de transición entre la arquitectura y la ciudad. Hay un primer límite, preciso, contundente, una tapa que reconstituye la escala urbana, que contiene lo que sucede a partir de ese punto, un microclima autónomo desde sus formas, una sucesión de espacios drenantes.
Esta obra participa en el acontecimiento urbano en el que se encuentra como una pieza de continuidad de la escala del tejido edificado, pero genera además una clara ruptura desde lo perceptual, tecnológico y formal.
Desde lo ambiental la pieza de hormigón visto responde a la noción de generar una situación ambiental de mitigación del sol del oeste, que en el caso de Santa Fe es la orientación con incidencia climática más extrema en nuestros veranos calurosos. Además de ser la imagen de la institución, esta pieza de hormigón actúa como un dispositivo que gradúa y administra la incidencia de los rayos solares que se introducen ya destilados hacia el interior del edificio.
Una trama tridimensional de espacios de encuentro estructura las unidades funcionales, respetando un principio de flexibilidad permanente en todo el edificio. En el segundo nivel, se abre a través de la medianera una conexión que integra el nuevo edificio a las oficinas anteriores del colegio que mantendrán usos vinculados al mismo. Pocos materiales, nobles, contundentes dan la noción de permanencia e intemporalidad.