- Año: 2010
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Fotografías:Andrei Mârgulescu
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Una de las más inmediatas repercusiones del boom inmobiliario experimentado en España entre 2.000 y 2.007 fue la salida al extranjero de algunas de las principales empresas del sector. Empujadas por factores de diversa índole (especialización acreditada, agotamiento de la demanda interna, escalada de costes en los suelos que se adquirían dentro del territorio nacional, adiestrada experiencia en la construcción y comercialización de este tipo de activos, entre otros), y conocedoras de las necesidades de vivienda en determinadas geografías –en concreto, los países del Este de Europa–, los primeros años del siglo fueron testigos de un singular desembarque de la industria inmobiliaria española en el exterior.
Con la crisis global posterior y el subsiguiente desplome del negocio, gran parte de estas aventuras colonizadoras –en numerosas circunstancias, simplemente especulativas– se desvanecieron con brusquedad. Sin embargo a su lado hubo otras intervenciones, enraizadas en las distintas realidades nacionales y diseñadas con profesionalidad que cuajaron con inusitada fuerza, hasta el punto de erigirse como referencias innovadoras, tanto por su positiva respuesta en el mercado interior como por coadyuvar a las políticas de alojamiento que en paralelo emprendían los gobiernos locales. Es el caso de esta promoción que la empresa española Hercesa desarrolla por fases en un popular barrio de Bucarest de alta densidad.
Se trata de una actuación residencial de gran compacidad sobre los terrenos ocupados por una antigua fábrica de pan, pasta y derivados de repostería. Esta instalación industrial –la planta productiva Titan– que durante la época comunista había constituido la amalgama de un populoso asentamiento de viviendas sociales, una vez privatizada se trasladó a un emplazamiento más apropiado para el desarrollo de su actividad, en el ámbito de un nuevo sector industrial situado en las afueras de la capital. Mientras tanto, el nuevo planeamiento recalificaba su suelo para uso residencial y elevaba con notable intensidad edificabilidad y densidad.
Por tanto, el principal cometido, más allá de organizar con racionalidad el vacío que había dejado la fábrica, se cifró en cómo reequiparlo, en dotar al conjunto de una alta calidad urbana y evitar que el impacto de una intervención en la que se incrementaban notablemente los parámetros de volumen edificado y número de viviendas dañara el tejido preexistente. Ello nos llevó a dividir el solar en tres grandes manzanas, con una ordenación de bloques paralelos, de manera que las separaciones entre éstos generaran espacios peatonales de paseo, juegos y accesos.
Se diseñó, a su vez, el modelo tipológico de bloque, compuesto por tres cuerpos iguales de planta cuadrada, con los extremos de doce plantas –la altura máxima permitida por las ordenanzas municipales– y el central de seis. Finalmente, en la composición de las fachadas utilizamos como elementos expresivos la diversidad de tratamientos según las distintas orientaciones, los tonos cromáticos de los paramentos exteriores, los volúmenes volados de las terrazas, que se alternan en plantas consecutivas, y las texturas de los revestimientos.