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Implantado en el alto del Mirador de Boa Viagem de la ciudad de Niterói, el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói – MAC fue diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer. Inaugurado hacia el año 1996, se trata de una obra maestra de la arquitectura moderna dedicada a albergar la colección de arte contemporáneo brasileño de los años 60-90. Se alza sobre el acantilado como un faro y simula flotar en el aire al posarse sobre una fuente de agua. Frente a la Bahía de Guanabara de Río de Janeiro, Brasil, sus líneas circulares y su figura revolucionaria de doble curvatura resaltan en el horizonte ofreciendo una plaza abierta de 2500 m2 junto a un espejo de agua que aportan una apariencia de gran ligereza a la estructura.
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Hacia la década de los 80, Brasil recupera su régimen democrático y Oscar Niemeyer regresa de su exilio. Frente a un país cuya población se diseminaba en las periferias de las ciudades, Niemeyer continuó trabajando en sus obras con tipologías caracterizadas por sus losas sinuosas, cúpulas, bóvedas y plataformas manteniendo su vocabulario curvo. Como expone Juan David Chávez Giraldo en "Niemeyer: el espacio convertido en invención", su estética impacta mediante una simbiosis con el lugar desde una modernidad que se adapta y funde con geometrías cercanas a lo natural. De esta manera, la arquitectura de Niemeyer se desprende del relato histórico moderno buscando voltear hacia una arquitectura como expresión y validación de un contexto determinado. A través del manejo de recorridos, relaciones compositivas, proporciones, volúmenes, colores, texturas, contrastes y geometrías de trazos amplios, sus proyectos plantean percibir el espacio como una experiencia memorable donde sus usuarios se rodean de estímulos estéticos poco convencionales.
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"Yo no quería un museo de cristal, si no una gran sala de exposiciones rodeado de paredes rectas y por una galería que protege y permite a los visitantes hacer una pausa de vez en cuando para apreciar la extraordinaria vista." - Oscar Niemeyer
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Tanto la idea de interacción como el concepto de lugar, se hacen evidentes en el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói mientras además, existe una tensión entre la geometría platónica, la geografía de los cerros de Río y la figura de las jóvenes mujeres brasileras según el arquitecto Juan David Chávez Giraldo. El MAC envuelve un gran trabajo paisajístico donde el edificio, compuesto por un volumen de doble curvatura cuyas plantas primera y segunda se conectan exteriormente por una rampa, parece flotar sobre el sitio sin esfuerzos. Como cuenta Styliane Philippou en "El modernismo radical de Oscar Niemeyer", su rampa actúa como playa urbana al mediar entre el edificio y la ciudad. En la medida que aumenta el carácter público del edificio, las rampas proyectadas por Niemeyer se vuelven más largas y sus recorridos más intrincados, generando espacios públicos necesarios y suprimiendo la frontera entre el espacio urbano público y abierto de todos los ciudadanos/as y el espacio cerrado.
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"Es una de las estructuras más atrevidas y en cierta forma cierra el juego del vacío y el lleno, o de la forma y la contraforma que tan completa y carismáticamente se ejemplifica en los edificios públicos de Brasilia" - Josep Ma. Botey en "Oscar Niemeyer. Obras y proyectos", Barcelona: Gustavo Gili, 1996
El proyecto se compone de una planta semienterrada rodeada por un espejo de agua con 817 m2 de superficie y 60 cm de profundidad, y un volumen superior con tres niveles. Con 98 metros libres, la rampa serpenteante externa conduce a sus visitantes al interior enlazando la primera y segunda planta del museo al unir las áreas de ocio y paseo, y conectar el espacio público con el núcleo central más estable que aloja la sala de exposición permanente.
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Sobre la planta baja, se encuentra el espacio de guardado de obras, un bar, un restaurante y un auditorio para 60 personas. En el primer nivel, se alojan la recepción, sala de trabajo, hall de entrada y áreas administrativas. Además, se accede a la sala de exposición hexagonal y de doble altura, que se rodea de un espacio circular como un balcón, trabajado a partir del paisaje. Buscando incorporar la bahía hacia el interior en un intento de museificación de la naturaleza, una ventana continua en todo su contorno ofrece grandes vistas a la bahía. Entre el primer y el segundo nivel, existe un entrepiso que envuelve todo el interior del museo y se divide en salas menores, destinadas también a exposiciones. Una vez sobre el segundo nivel, cinco galerías más reúnen 697,80 m2 de exposición.
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"El terreno era estrecho, rodeado por el mar y la solución ocurrió naturalmente, teniendo como punto de partida el inevitable apoyo central. De él, la arquitectura ocurrió espontánea como una flor. La vista hacia el mar era bellísima y había que aprovecharla. Suspendí el edificio y bajo él, el panorama se extendió todavía más rico. Definí entonces el perfil del museo. Una línea que nace desde el suelo y sin interrupción crece y se despliega, sensual, hasta la cobertura. La forma del edificio, que siempre imaginé circular, se fijó y en su interior me detuve apasionado. Alrededor del museo creé una galería abierta hacia el mar, repitiéndola en el segundo pavimento, como un entrepiso inclinado sobre el gran salón de exposiciones". – Oscar Niemeyer
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El Museo de Arte Contemporáneo de Niterói presenta una estructura radial de 16 m de altura con grandes luces y cuenta con una cubierta de 50 m de diámetro y casi 2000 m2 de superficie. Sustentada en un único apoyo central cilíndrico de 9 m de diámetro anclado en una zapata de 2 m de altura, esta compleja estructura fue diseñada para soportar un peso equivalente a 400 kg/m2 y vientos de hasta 200 km/h. La gran sala central de 462 m2, libre de columnas y contorneada en la parte superior por un espacio amplio para muestras menores, demandó la ejecución de cuadros con grandes vigas pretensadas y radiales bajo el techo del museo, cuyas vigas apoyan en seis pilares de 50 cm de diámetro. Tanto los cuadros de vigas como pilares conforman una superestructura que transmite su carga a la estructura del primer piso. Finalmente, el peso de esta superestructura lo recibe un conjunto de vigas radiales de concreto pretensado que apoyan sobre el pilar central y se proyectan en equilibrio aproximadamente 10 metros.
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La cubierta circular recibió un tratamiento térmico e impermeabilizante mientras que las vigas fueron construidas con hormigón pretensado y los solados de las salas se revistieron con alfombra azul. En la rampa de acceso, se utilizó hormigón de color rojo en combinación con el blanco de los muros laterales. Además, se fabricaron 70 planchas de cristal triplex para el proyecto. Cada una de las hojas de 18 mm de espesor y color bronce presenta unas dimensiones de 4.80 m de altura por 1.85 m de ancho, y se conforma con marcos de perfiles de acero. Con una inclinación de 40 grados respecto al plano horizontal, son capaces de soportar el peso equivalente a 20 personas.
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Peter Gasper diseñó los proyectos de iluminación. Hacia el hall central, un juego de luces se refleja en los muros e invade el espacio. En el exterior, la iluminación se trabajó con faros bajo la superficie del agua potenciando aún más la sensación de ligereza en la estructura. De esta manera, el perfil del museo quedó definido por una línea que brota del suelo y crece, sin interrupciones y de manera sensual, hacia la cubierta. En definitiva, el principio director de este proyecto, diseñado por uno de los grandes maestros modernos, se consolidó en base a crear un objeto de belleza diferente que se volviera un verdadero acto de placer.
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