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Arquitectos: Kenzo Tange, Pedro Ramírez Vázquez, Rosen Morrison; Kenzo Tange, Pedro Ramírez Vázquez, Rosen Morrison
- Área: 3656 m²
- Año: 1976
La Embajada de Japón en México, construida en 1976, es una muestra de la concepción de proyectos conjuntos que lograron reunir a dos culturas tan diferentes y al mismo tiempo tan representativas de la arquitectura moderna.
En este proyecto participaron dos de los maestros más importantes del estilo moderno internacional, el arquitecto japonés, ganador del premio Pritzker, Kenzo Tange y el célebre arquitecto mexicano, Pedro Ramírez Vázquez. Esta colaboración también contó con la presencia del mexicano Rosen Morrison y logró mostrar la dignidad de la cultura oriental en el occidente.
El edificio que alberga la Embajada Japonesa se encuentra ubicada dentro de la avenida más importante de la Ciudad de México, la Avenida Reforma y fue la única obra del prestigioso arquitecto Tange en México. Lo más representativo de esta obra es el manejo del concreto aparente y la simplicidad estética, realzando el trabajo de ambos arquitectos a nivel compositivo.
El manejo del concreto aparente como elemento formal y estructural fue fundamental en la construcción del proyecto, ya que fue considerado como el componente medular y la piel del mismo.
Característico de la obra de Tange, se puede observar como elemento distintivo: el uso de ejes axiales que rompen con la simetría de la fachada rectilínea y el volumen en general; y por otro lado, la utilización de las entrecalles para marcar los entrepisos.
En la configuración del programa arquitectónico, los niveles del edificio estan soportados por cuatro grandes columnas donde se ubican las circulaciones verticales y servicios generales. Esta disposición permite una fácil lectura de la planta, en la cual se puede deducir que en el centro se sitúan las funciones administrativas del recinto. En el interior, se emplazaron espacios abiertos que rodean la oficina del embajador; situando en diferentes niveles un auditorio, un salón de usos múltiples y el recibidor de la embajada.
Los últimos dos niveles se encuentran en cantiliver y permiten un dinamismo visual con las formas de las fachadas.
Otro de los aciertos de la obra es el manejo de los espacios en planta baja, que logra mostrar los apoyos de concreto del edificio, balanceando la masa del bloque construido con las columnas; haciendo que al mismo tiempo deje pasar iluminación y ventilación natural por debajo del edificio, perfilando al edificio como una gran masa flotando.
La forma de modular de las secciones, la masividad y monumentalidad, la textura del pulido, el color y la apariencia del concreto marcaron una tendencia arquitectónica muy fuerte entre los arquitectos mexicanos de aquel tiempo. Aceptando este manejo formal del concreto aparente como parte de la cultura mexicana y como aceptación de las tendencias estilísticas del movimiento moderno en México.
En síntesis de la colaboración con Kenzo Tange, Pedro Ramirez Vázquez afirmó que el edificio aún teniendo reminiscencias de una pagoda "había que darle realce en virtud de su destino, al tiempo de procurar que tuviera, si no las características de la arquitectura japonesa, sí una relación con ella, como un japonés nacido en México".
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Arquitectos: Kenzo Tange, Pedro Ramírez Vázquez, Rosen Morrison; Kenzo Tange, Pedro Ramírez Vázquez, Rosen Morrison
- Área: 3656 m²
- Año: 1976