El fin de semana pasado tuve la oportunidad de estar en un evento con Chris Anderson, editor de la revista Wired, una revista que trata sobre la incidencia de la tecnología sobre la cultura, política, economía… o sea nuestro día a día. Además es el autor de libros como The Long Tail (concepto de negocios, vender gran cantidad de productos en pequeños tamaños a audiencias limitadas, como sucede en Internet) y Free, con la nueva teoría sobre lo gratis/libre gracias a la economía de Internet.
Temas súper interesantes, pero esto se los comento a partir de la nueva investigación que Anderson está haciendo para su próximo libro.
Ya está claro que la revolución de los bits le dió una vuelta en 360 al mundo como lo conocíamos, y la curva de como avanza la tecnología pareciera pararse cada vez más. Pero claramente la tecnología más “dura”, por decirlo de alguna manera, está empezando a tomar cada vez más conceptos prestados de Internet, y según Anderson “los átomos son los nuevos bits”.
Primero se democratizaron los medios. La información se volvió colaborativa, y las herramientas gratis. ¿Pero como llevar esto al mundo real? En realidad, es algo que ya está pasando, y muy estrechamente ligado a nuestro campo:
Google Sketchup: $0. Bajar (y subir) un diseño de casa/equipamiento en Open Architecture Network: $0. Prototipo hecho en impresora 3D: bueno no es $0, pero su costo ha caído de manera drástica, puedes subir tu modelo y recibir el prototipo de vuelta por correo. Incluso puedes compartir tus modelos, y vender el derecho a imprimirlos en Ponoko. A estas alturas, una impresora 3D cuesta lo mismo que un plotter (US$750), e incluso te puedes armar la tuya.
Es así como comienza a democratizarse la cadena de producción, y cambia radicalmente la manera de hacer negocios. Y todo esto influido por lo que ya vimos en la web.
Y esto va mucho más allá de la pura fabricación digital, que ya está sucediendo en la mayor parte de las escuelas de arquitectura, es el ser parte de una nueva cadena de producción desagregada, colaborativa, asociativa, democrática.
Anderson dió un muy buen ejemplo: Un tipo quería armar escenas con figuras Lego sobre sus juegos favoritos, de guerra. Pero por política, Lego no hace armas para sus kits. Así que para darle a su hijo lo que quería, no encontró nada mejor que diseñarlas en 3D, mandarlas a imprimir con estas máquinas que funcionan en tirajes bajos y armo su propia compañía (Brickarms) hace 3 años. El es ahora parte de la industria, y todo desde su casa.
De la misma manera Anderson está haciendo algo similar con su nuevo proyecto DIY Drones, donde una comunidad de entusiastas está haciendo sus propias naves voladoras no pilotadas… las mismas que ahora el ejército usa en Medio Oriente pero con la diferencia de que se han gastado billones de dólares en su desarrollo. Y esto le valió una llamada del Pentágono para ver su proyecto, y se establece como un nuevo actor en este juego.
Y si hay que escalar, se toma el mismo modelo y se busca un proveedor chino en Alibaba.com, que mientras le pidamos cantidades al por mayor hará lo que le pidamos.
Pero volvamos a la arquitectura.
Hace unos días un amigo me comentó como su hermano que aún está en educación básica estaba muy feliz por que aprendió a modelar en Sketchup y a modificar objetos a su antojo, algo trivial para las nuevas generaciones. Y si quisiera, podría imprimir su modelo sin problemas.
¿Y si llevamos esto a otra escala? ¿Y si tuviéramos el robot de Gramazio & Kohler? ¿O si pudiéramos armar nuestro propio robot?
¿Y si nuestros clientes son los que hacen esto? ¿Dónde quedamos nosotros?
Claramente tenemos un montón que aprender de esto, y ser los que tomemos el toro por las astas y adoptemos estas herramientas YA, las estrujemos y seamos nosotros la punta de lanza de su desarrollo.
El discurso del papel, que el croquis, que la sensibilidad del arquitecto… ok, pero hasta cierto punto. “La arquitectura es poner delicadamente un ladrillo al lado del otro” (viendolo de manera literal), y claramente este robot lo hace mejor que cualquiera de nosotros.
O nos subimos, o nos quedamos abajo. Y créanme que no será como “el render” o el paso del tablero al AutoCAD. Este nuevo mundo que se nos abre tendrá otras reglas, y el ser lo suficientemente visionarios y saber adoptarlas puede ser el punto de partida para un futuro con más oportunidades para los arquitectos.
Que mecenas, ni que cliente: DIY (Do It Yourself).