- Año: 1991
Esta extraña y sofisticada obra de arquitectura, como una monumental y provocativa escultura ultra-moderna, es en realidad una vivienda familiar de diseño vanguardista del arquitecto mexicano Agustín Hernández, conocido por su estilo de Arquitectura Escultórica.
En este proyecto, cada uno de los elementos geométricos que lo conforman responden a conceptos que engloban tres aspectos principales: la originalidad de las formas y su valor expresivo, la solución interior, y la reinterpretación de la arquitectura precolombina, siempre buscados por Agustín Hernández.
La localización de esta residencia al oriente de la Ciudad de México, en una zona de fuertes desniveles, fue determinante en el concepto de su diseño estructural. Los principios en que se basa provienen por una parte del empleo del círculo y del cuadrado, que circunscritos tiene una larga tradición cultural, y por la otra del terreno de acentuada pendiente, en el remate de una amplia avenida.
La tónica del proyecto busca realizar una estructura volada que permita incrementar las vistas, a la vez que dejar el sitio libre de muros de contención. En este caso el elemento de sostén está conformado por dos enormes pilones, con una apertura circular, por la que paso el cuerpo prismático de la vivienda. Asimismo, el volumen romboidal marca en la fachada los ejes horizontales, por lo que el nivel más amplio es el de la recepción y el más angosto el de los servicios, con las recámaras en los niveles intermedios.
El acceso a la casa se hace desde un pasillo de treinta metros de largo, conformado por vidrios y recubierto en su totalidad por domos. Esta solución permite el contraste entre luces y sombras para lograr la refracción de la luz dentro del espacio, en el que el color predominante es el violeta.
Para la solución de los espacios interiores, el arquitecto Agustín Hernández prescindió de los muros, por lo cual la ambientación de las diferentes áreas divide las secciones que se comunican por el pasillo. La decoración del interior es muy sobria y elegante, y los materiales que predominan son madera, concreto, acero y cristal.
Además la casa consta de estacionamiento exterior para automóviles y de una cava localizada dentro de los muros de carga, y se complementa con una alberca situada en un jardín escalonado al que cruza una cascada de agua que se origina en la edificación superior.
La estructura, basada en un módulo de 1.15 metros, se realizó a base de dos sostenes de concreto reforzado que trabajan a compresión; por su parte, el voladizo está constituido por una armadura de marcos metálicos prefabricados, atornillados a cuatro vigas maestros que lo sostienen. Así, las seis fachadas reflejan al espacio interior sin enmascararlo, donde ventanas, tragaluces, instalaciones y acabados toman un papel preponderante para formar un todo plástico en espacios insólitos.
Para muchos esta obra es portadora de una estética que parece extraída de una novela de ciencia ficción a lo que el mismo arquitecto Agustín Hernández ha respondido: “Yo más bien diría que la casa esta dentro de la arquitectura de nuestro siglo, dentro de la corriente optimista. Para mi la idea de una casa es un concepto abstracto de espacios interrelacionados para poder vivir en ellos; una estructura de necesidades donde imperen el bienestar y la comodidad del ser humano en su propio microcosmos, dentro de su habitable universo”. Al final la Casa en el Aire de Agustín responde a la tecnología y a la cultura actuales.
- Año: 1991