La intervención Baixa-mar, espelhos do céu, realizada por x-studio y ubicada en la Baia de Todos os Santos - Brasil, consiste en generar un dialogo con la naturaleza a partir del ciclo de transformación del mar. El arquitecto mexicano Iván Juaréz intenta desarrollar una serie de oasis que van desapareciendo a lo largo del día, con el único objetivo de contemplar el paisaje en transformación que ofrece la isla desde la costa.
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Arquitectos: x-studio
Ubicación: Isla de Itaparica, Salvador de Bahía, Brasil
Arquitecto a Cargo: Iván Juárez
Fotografías: Iván Juárez
Itaparica, isla de pescadores con paisaje de saveiros, canoas y barcas de vela, en donde sus pobladores tienen una reina: Iemanjá, la señora de las aguas, sirena de cinco nombres, poderoso orixá del Candomblé. Isla en la que sus paisajes se asocian con la literatura de Jorge Amado, las letras de Dorival Caymmi y las imágenes de Pierre Verger.
Localizada frente a la ciudad de Salvador, en el centro de la mayor de las entradas marítimas costeras del estado de Bahía en Brasil, Baia de Todos os Santos, la isla de Itaparica está íntimamente relacionada al ciclo del mar, en donde el vínculo de la población con el agua es absoluta. La isla de Itaparica, ofrece un escenario natural inigualable en el que cada día su paisaje litoral se transforma constantemente a partir del fenómeno natural de la marea, asociado al ciclo lunar.
La intervención Baixa-mar, espelhos do céu, realizada por el arquitecto mexicano Ivan Juárez de x-studio, consiste en generar un dialogo con la naturaleza a partir del ciclo de transformación del mar. Una serie de escenarios realizados en la duna durante la marea baja, se proponen como lugares íntimos o pequeños oasis para contemplar el paisaje en transformación que ofrece la isla desde la costa: el horizonte de la bahía, los perfiles de las islas de Maré y Dos Frades y el perfil de la ciudad de Salvador. Observar a los pescadores en sus barcas y a los recolectores de almejas a lo largo de la duna. Pero sobre todo, contemplar el espectáculo natural que ofrece el mar durante el día con el movimiento de la marea. Al atardecer, cuando vuelve a subir la marea,la duna y sus escenarios desaparecen bajo el mar, para que al siguiente día,nuevamente con la baja mar, se vuelvan a descubrir los pequeños oasis, pero esta vez a manera de espejos del cielo.