- Área: 420 m²
- Año: 2008
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Fotografías:María Llorens, José Hevia
En este proyecto el espacio de exposición es concebido como el solape de un conjunto de áreas de influencia generadas por cada uno de los objetos a exhibir. Tales objetos son capaces de atraer al visitante, de conseguir reunir una serie de espectadores alrededor de ellos, de hacer que estos se muevan por el espacio de la exposición.
El pabellón se piensa entonces como una superficie que registra esas perturbaciones espaciales, elevándose allí donde la importancia y jerarquía de los objetos expuestos a los que envuelve así lo aconsejan y descendiendo para ordenar las circulaciones de los visitantes, matizando el espacio.
Tal superficie se materializa de forma virtual, mediante el rigor geométrico con el que se posicionan sobre el aire una serie de cilindros plateados que permiten intuirla, la discontinuidad, en este caso disfrazada de transparencia permite la desmaterialización de un elemento que recordábamos opaco.
Así es como de forma casi ingrávida y en solo cinco días de montaje se suspendieron 1933 Cilindros de aluminio, 4523 metros de hilo metálico, más de 1720 kilogramos de aluminio extruido producido en las plantas del patrocinador del pabellón.
El objetivo es que la arquitectura de este espacio se convirtiese en un salvoconducto con el que conseguir vencer la inevitable naturaleza efímera de este tipo de instalaciones haciendo que la experiencia perdurase en la memoria de aquellos que lo vieron.
Los materiales empleados son fundamentalmente aluminio extruido y cable de acero para fijación. Los elementos de carpintería expuestos pertenecen a la marca ALUMAFEL, patrocinadora del stand.
Los porta-folletos se han realizado en metacrilato conformado en caliente y la tarima está realizada en tablero de partículas revestido de melamina gris.