- Año: 2009
-
Fotografías:Patrick Reynolds
Esta casa de playa busca generar un espacio donde un arquitecto de Nueva York pueda volver a conectarse con sus raíces neozelandesas y traer de vuelta a su patria una estética y una forma de vida que combina lo que ha experimentado en los 30 años que estuvo lejos de su país.
El terreno, ubicado frente a una curva de la carretera aledaña, tiene una forma irregular y en pendiente. Esto limitó la envolvente del edificio y resultó en un diseño que fue pensado para reducir al mínimo el tamaño de las habitaciones, desarrollando un espacio de vida eficiente y flexible, que se conecta fácilmente con las áreas al aire libre. Era importante además maximizar las vistas, tanto hacia el mar como hacia la parte posterior del sitio, donde aparece un paisaje de colinas.
El arquitecto, acostumbrado a vivir en espacios reducidos, utiliza las mismas dimensiones de la sala de estar/comedor de su departamento de Manhattan, usando exactamente el mismo diseño y los detalles de su cocina en NYC. Sin embargo, la transición hacia el exterior es la esencia de la experiencia de la playa por lo que el espacio de vida está rodeado en tres lados por cubiertas
Debido al costo y la reticencia a utilizar materiales urbanos, el exterior está revestido en madera aserrada áspera, con pantallas horizontales.
El trabajo en el sitio se redujo a una cantidad mínima, eliminando la necesidad de muros de contención. En el jardín aparecen pasarelas contorneadas que se han plantado con hierbas nativas, arbustos y árboles.