Esta es una casa de fin de semana, construida en una zona ubicada a 550 metros por sobre el nivel del mar, en la ciudad de Nasu, en la prefectura de Tochigi.
En esta localidad la carretera y las casas de los vecinos están muy cerca, por lo que es difícil mantener la privacidad. Respondiendo a esto, los arquitectos propusieron generar un patio interior como el espacio exterior principal de la casa.
Los árboles de los alrededores desdibujan la silueta de la casa, y en el interior, entregan luz, sombra y colores.
El espacio interior tiene dos grandes ventanas y un muro de hormigón; a través de las dos ventanas la habitación se conecta con el exterior. Al cerrar las cortinas blancas, todos los símbolos tradicionales de "casa" se ocultan, y el color y los materiales que se pueden ver son limitadas, haciendo que el interior se haga abstracto para generar un ambiente tranquilo.
El muro de hormigón en el interior funciona como un "monolito" que divide el espacio con generosidad, poniendo la vida interior en orden.