‘Siguiendo la tradición de los cahiers de voyage de Le Corbusier, estos volúmenes recogen las notas de los dos viajes a Japón de Teodoro González de León, y compilan en forma de diario, las fotos, los comentarios y los croquis del arquitecto, en un interesante peregrinaje por las arquitecturas contemporáneas y tradicionales japonesas’.
De la editorial Arquine, ambos volúmenes muestran diferentes etapas y tiempos del viaje a Japón del reconocido arquitecto Teodoro González de León, quien ‘llegó por primera vez a Japón en 2005 en la víspera de sus setenta y nueve años. Fue un viaje largamente postergado y que, sin embargo, produjo en él una verdadera conmoción’.
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Viaje a Japón II, corresponde a el período de Julio del año 2006 y al segundo viaje del arquitecto quien fue invitado por la Embajada de México en Japón, para ‘participar en una reunión que en principio era de intelectuales y artistas pero terminó siendo sobre todo de funcionarios’.
‘En esa reunión – se llamaba, pomposamente, “Cumbre cultural” – a Teodoro le tocó abrir, con una presentación de su proyecto de rehabilitación de la cuenca lacustre del Valle de México (Ciudad Futura), que supo enlazar con una descripción del efecto que había tenido en él encontrarse con una cultura, la japonesa, en cuya relación con el entorno natural establecida por la arquitectura era precisamente la del proyecto que presentaba’.
Por otro lado, Viaje a Japón III abarca el período del tercer viaje de Teodoro González de León, en Octubre de 2009, en donde viajó ‘para participar en una mesa redonda sobre arquitectura y tradición organizada por la embajada de México, en coincidencia con la exposición de Luis Barragán curada por Kazuyo Sejima para el Museo Watari-um de Tokio. Un tema sin duda demasiado amplio (una arquitectura sin tradición es impensable) y cuya enunciación no le habría venido mal un adjetivo (nacional, por ejémplo, o moderna: la arquitectura de Barragán apela ante todo al primero; la de González de León es más bien al segundo), pero que quizás expresa en el fondo no tan profundo una interrogación sobre la identidad que es común como muy pocas cosas a mexicanos y japoneses’.