Esta semana falleció el arquitecto brutalista alemán Ulrich Franzen (1921-2012). Establecido en Estados Unidos se destacó por su gran aporte teórico y práctico en cuanto al diseño brutalista a pequeña y gran escala. Fue este suceso lo que nos motivó a realizar una selección de fotografías de este particular e impresionante estilo arquitectónico.
La arquitectura brutalista se desarrolló principalmente entre 1950 y 1970, influenciada mayormente en el trabajo de Le Corbusier y Eero Saarinen. Su nombre viene del francés béton brut u hormigón crudo, posteriormente el crítico británico Reyner Banham adaptó el nombre a Brutalism.
Se caracteriza principalmente por hacer patente el uso de sus materiales -no sólo el hormigón- y por la repetitividad de sus elementos, los que generalmente se expresan como componentes horizontales, verticales o en bloques. Más fotos e información, después del salto.
El un principio se utilizó para edificios gubernamentales, edificios de vivienda social y centros comerciales, de manera de hacer edificios funcionales y de bajo costo, basados principalmente en la repetición de plantas. Sin embargo, luego se adaptó para otros usos como colegios o incluso viviendas.
Sin duda se trata de un estilo que provoca sentimientos encontrados, algunos críticos lo consideran muy “frío”, proyectando una atmosfera de totalitarismo-fortaleza, sin embargo también posee un valor estético en cuanto a la expresión y equilibrio de sus elementos y la geometría que evoca, quizá en términos funcionales no resulta tan efectivo como podría ser la pregnancia de su forma.
Si bien la mayoría del movimiento decayó en los 80s, durante los últimos años ha experimentado una actualización de su estilo. Muchos de sus aspectos más áspero, como el uso del hormigón en fachadas, han sido trabajados con nuevas técnicas contemporáneas que mejoran el resultado final de la obra y su durabilidad en el tiempo. Arquitectos modernistas han tomado este enfoque en sus proyectos más recientes como Steven Ehrlich, Ricardo Legorreta, y Wong Gin.
En América Latina también se ha revivido el estilo en los últimos años a una menor escala.