- Área: 40 m²
- Año: 2005
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Fotografías:Colombina Parra, Hernán Edwards, Rodrigo Avilés
Descripción enviada por el equipo del proyecto. A continución la memoria, por los arquitectos.
La Nave Anacoreta es un lugar para un solo hombre. Es el espacio mínimo para acoger al hombre en soledad. El hombre que necesita la tranquilidad y el silencio para la reflexión y la creación, como el anacoreta que debe dejar atrás la ciudad para sumergirse en una vida de lectura, meditación, trabajo manual y contemplación.
El espacio está organizado para dar la mayor flexibilidad posible a la vida del hombre que la habita. Es por eso que las medidas de La Nave tienen que ver con el espacio justo que se necesita para una gran mesa de trabajo, un sillón, una cama y un espacio vacío para la meditación.
La Nave Anacoreta se abre a una terraza situada al norte soleado, duplicando así el espacio útil en los meses de verano en los que las grandes hojas del anciano castaño la cubren por completo de sombra. Hacia la fachada sur deja una zona privada con baño y cocina.
En su interior la nave es totalmente blanca y los muros y suelo pintados de blanco refuerzan la sensación de limpieza y pureza. Su relación con el exterior es a través de grandes paneles que se abren y desaparecen, dejando ver la naturaleza compleja que hay en el entorno.
La nave anacoreta es un taller que flota como una embarcación entre el follaje de los árboles.
Exteriormente está envuelta en un palillaje de madera que dialoga de modo mimético con el paisaje, como los animales que toman el color de su entorno: El castaño, los olivos y los olmos.