- Área: 3650 m²
- Año: 2003
-
Fotografías:Lourdes Jansana
Descripción enviada por el equipo del proyecto. A continuación la memoria, por los arquitectos.
La pasarela quiere ser simplemente el vínculo entre las dos riberas del río Segre. Entendida más como itinerario que como lugar de estancia, pretende no borrar nunca la percepción de estar suspendido en una cota alta sobre el lecho del río. Todo esto ha llevado a dimensionarla ajustadamente para hacer compatible el paso de transeúntes y bicicletas, y permitir el tránsito eventual de vehículos de servicio. Participa de la misma idea el esfuerzo de cruzar todo el lecho del río con dos únicos pilares y sin ningún otro elemento que altere la esencia de puente entendido como itinerario.
La llegada a la ciudad es muy diferente en cada uno de los dos márgenes. En el margen derecho, sobre el paseo consolidado, el apoyo de la pasarela pretende no alterar substancialmente el entorno, siendo la misma acera la que se levanta para absorber una pequeña diferencia de cota provocada por la preservación de la sección hidráulica. Por el contrario, en el margen izquierdo, el espacio vacío entre los Campos Elíseos y el nuevo muro de la ribera permite ordenar una mayor embocadura del puente que se prolonga, y sin solución de continuidad, se transforma en la propia pasarela.
Es esta parte del puente, ensanchado en forma de abanico, la que se transforma en espacio de estancia para la contemplación de la vista sobre la ciudad vieja y la Seu (la catedral). Al mismo tiempo, ofrece un rincón de sombra sobre el parque fluvial. Contrariamente al margen derecho, aquí se pretende borrar los límites entre pasarela y ciudad. Los elementos urbanos –pavimentos, bancos y pérgolas– se prolongan en tierra firme, acompañados por la aparición de los árboles del lecho del río a través de los mismos agujeros que dejan pasar luz hacia la zona inferior del puente.
La estructura de la pasarela pretende ser consecuente con estas intenciones. Se intenta ofrecer una plataforma libre de obstáculos visuales, donde los perfiles de la ciudad y el propio río se conviertan en los protagonistas.
Dos vigas-cajones solidarizadas por vigas transversales, también de acero, y una losa colaborante de hormigón, permiten entender el tablero como un conjunto estructural en forma de Z y ayudan a reducir el canto total en el reto de cruzar los 83 metros de luz total. La losa vuela 1,15 metros sobre la viga inferior y reduce el efecto visual de los 2 metros de canto.
La sección en forma de Z ofrece dos alzados diversos y dos maneras de relacionarse con el entorno. En la parte sur, la losa vuela sobre la viga inferior y queda rematada por una barandilla de vidrio, apoyando las visiones hacia la Seu y la ciudad vieja. En el otro lado la viga superior actúa como barandilla opaca y constituye el alzado del puente.