Hace poco nos enteramos del lamentable fallecimiento de un gran arquitecto, Ricardo Legorreta, arquitecto mexicano reconocido a nivel internacional con una extensa lista de obras construidas dentro y fuera de México, y al que recordamos con mucha admiración. Sus sólidos muros y sus colores son un sello fácilmente reconocible en cada una de sus obras.
El Hotel Camino Real de la Ciudad de México ubicado en Polanco, es quizás la obra clásica por excelencia de este notable arquitecto, siendo el primero de una serie de hoteles que proyectó para esta cadena. Inaugurado el 25 de julio de 1968, este hotel-museo, definido así por el mismo arquitecto, fue construido en un estilo arquitectónico muy propio de Legorreta.
Con obras de arte y antigüedades distribuidas por el hotel estratégicamente, con sus 33,000 m2 de jardines, piscinas, fuentes y patios, este proyecto mexicano constituye un verdadero refugio en la vida de la ciudad.
El cliente solicitó como idea inicial, crear un conjunto de torres, sin embargo el arquitecto, luego de un arduo estudio, concluyó que un edificio alto era frío y con poca personalidad. Por lo tanto Ricardo Legorreta propuso un hotel de colores más cálidos, de baja altura, y que reflejara la verdadera cultura mexicana.
Como la ciudad donde se encuentra esta singular obra es conocida por estar sobre un terreno sísmico, Legorreta, por temas estructurales, decidió diseñar un volumen de máximo 5 pisos, permitiendo reordenar las habitaciones y los espacios públicos, con grandes espacios abiertos entremedio, logrando así una fuerte relación con el mundo exterior, ya sea de protección (3 de sus lados) como con un pequeño bulevar comercial que lo conecta con la ciudad. En este lado, se encuentra una arcada amarilla limitada por árboles, conectando las actividades de los comercios interiores del hotel con la calle.
En la fachada de la calle principal, el hotel se presenta con una gran celosía color rosado, generando impacto, pero que luego se desvanece al ingresar al interior del hotel, a un espacio de una clara tranquilidad con una fuente en el centro.
Las habitaciones son completamente independientes dentro del complejo del hotel, invitando a recorrer los lujosos espacios exteriores y haciendo que los huéspedes “revivan el placer de caminar” a través de los colores, los distintos materiales y elementos de la naturaleza y la arquitectura mexicana.
Todas las habitaciones tienen vista a los patios interiores privados, jardines o terrazas, diseñados para conectar los espacios interiores y exteriores, a la vez de entregarle a los huéspedes cálidos y generosos espacios públicos. Cada espacio exterior cumple una función distinta, entre las que podemos encontrar, lugares de descanso, pérgolas y jardines.
Legorreta se enfocó en los rincones, dejando solo el mobiliario suficiente para acoger a la escala humana dentro de estos grandes espacios, y utilizando muros aplanados, característicos de la arquitectura tradicional mexicana, y logrando un recorrido fluido entre los espacios exteriores e interiores.
El arquitecto intencionalmente hizo que fuese imposible apreciar este proyecto en su totalidad, para ir descubriéndolo de a poco, al recorrer a través de los cálidos colores, rincones, juegos de luces y los detalles que acompañan en cada momento al visitante.
Arquitecto: Ricardo Legorreta Colaboración: Luis Barragán Ubicación: Ciudad de México, México Área Proyecto: 85,500 m² Cliente: Banco Nacional de México, Western Hotel Año Proyecto: 1968 Remodelaciones: 1985 y 2005 Referencias: Legorreta+Legorreta, Espacio Blanco, Wikipedia Fotografías: Legorreta+Legorreta, Mateo de Vallescar, sahstudytours, Usuarios de Flickr: KatrinKalden, Borya, kieranmcglone, journeyman62, msulis, bearwich, ikuya
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