Descripción enviada por el equipo del proyecto. Erase una vez un pueblecito costero de Murcia llamado San Javier. En una zona con gran transito, junto al conservatorio de música existía un local en planta baja y única bastante antiguo, en el que quedaban restos de una inmobiliaria.
En aquel lugar en el que nos presentamos conocimos a una doctora, una odontóloga, que nos contó su sueño, ella quería tener una clínica, una clínica dental, pero no una clínica dental cualquiera. Ella nos confeso que no quería un lugar espectacular, ella quería un lugar donde sus clientes-pacientes se sintieran realmente especiales. Quería mimarlos como se merecen y quería que todos los que viviesen allí de 9.00 a 21.00h se sintieran felices.
De pronto como una melodía musical que venía del conservatorio sonaron todos los espacios que necesitábamos crear, porque la arquitectura puede explicarse con música… Surgió también el color blanco como superficie total y las líneas negras, tal y como surgen los trazos en el block del artista.
También surgió el arte y la escultura. Un espacio lleno de sensaciones, un espacio para los 5 sentidos, el hilo de nuestro estudio de arquitectura, olfato, gusto, tacto, oído y vista.
No podíamos cerrar ese espacio tan al exterior, teníamos que compartir con todos nuestra entrada, nuestra recepción, la sala de estar, porque aquí estamos esperando pero tenemos la sensación de descansar, un rincón para nuestros peques, un sitio lleno de fantasía donde hay una historia que contar, donde hay cosas que ver y que leer y cosas que podemos tocar. Un espacio cómodo y familiar donde sentirse limpio y fresco.
Un paso hacia el espacio clínico, una puerta automática que nos recuerda un espacio adecuado a los avances tecnológicos, una clínica actual y sofisticada. Un pasillo que nos conduce hacia uno de los 4 gabinetes, cada uno de ellos en blanco y negro.
Al fondo la escultura…y parte de la historia recuperada, un horno que descubrimos escondido, porque nadie quería saber nada de su existencia. Escarbar, destapar y descubrirlo nos ayudo a conectar lo que antiguamente era un horno de panadería con la esencia de la clínica, el corazón, nuestra fábrica de dientes.
Una oficina donde ofrecer un placer a nuestros sentidos frente a un espacio cultural dedicado al descanso. No pueden faltar las primeras notas, la sala de esterilización, la sala de RX, el cuarto informático, sala de reuniones y el despacho de la titular que queda abierto a la recepción y por tanto a la fachada, una persona abierta a sus amigos-clientes-pacientes.
Erase una vez un lugar donde los 5 sentidos se agudizan para recodarnos que sentir nos mantiene vivos.