Las renovaciones urbanas generalmente implican grandes demoliciones, que resultan en la desaparición de la identidad histórica local y generan una enorme cantidad de residuos junto al transporte de nuevos materiales para la construcción. Algunos proyectos, sin embargo, aportan nuevos horizontes y muestran diferentes posibilidades. Este es el caso de LAPI, abreviatura de "Largo" y "Pinheiros", un ejemplo de ocupación y recalificación urbana que respeta la identidad local y promueve una nueva experiencia de ocupación repensando el espacio urbano a partir de sus preexistencias. Con una arquitectura de SuperLimão y masterplan de Spol, el proyecto ocupa un área de 20.000 m² y abarca 29 propiedades distribuidas en tres manzanas en un barrio tradicional de la Zona Oeste de São Paulo, punto estratégico de intersección con las principales vías de la ciudad, por donde circulan miles de personas diariamente. Conversamos con Thiago Rodrigues, arquitecto y socio de la firma, sobre los desafíos y oportunidades de trabajar en un proyecto de este tipo.
¿Cómo hacer que los edificios del movimiento moderno sean más eficientes energéticamente?
En la historia de la arquitectura, las cuestiones de eficiencia energética y emisiones de CO2 eran consideradas marginales hasta finales del siglo XX. La puntuación ínfima de algunos icónicos edificios modernistas en el programa de certificación energética Energy Star ilustra esta situación. El edificio MetLife/PanAm de 1963 (Walter Gropius y Pietro Belluschi), obtuvo una puntuación sombría de 39 (en una escala de 0 a 100), la Lever House (Skidmore, Owings e Merrill, 1952), obtuvo 20. El peor desempeño de todos fue del icónico edificio Seagram de Mies Van der Rohe, construido en 1958, con solo 3 puntos. Por otro lado, dos venerados edificios de la década de 1930 considerados Art Déco, el Chrysler Building y el Empire State Building, alcanzaron 84 y 80 puntos como resultado de amplias actualizaciones de sus sistemas mecánicos y de aislamiento.