Durante la última década, la arquitectura destacada y difundida del Perú se ha alejado lentamente de la vivienda unifamiliar, presentando una prometedora producción de edificios educacionales, restaurantes, oficinas y viviendas colectivas.
Esta última categoría agrupa una serie de edificios privados que se caracterizan por mantener una escala adecuada a sus contextos urbanos, transformándose en buenos ejemplos de una arquitectura que permite la habitación conjunta de varias familias en un mismo terreno, pero manteniendo una baja densidad general. Su baja altura, además, se ve acompañada por sugerentes operaciones en sus fachadas y recintos interiores, insinuando una búsqueda consciente por generar buenos espacios de vida para sus habitantes.