El mensaje ecuatoriano en la XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile
Bajo el título "Diálogos impostergables", la pasada XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile confirmó el giro público, ciudadano y más allá del diseño formal que había tomado el evento internacional desde 2015, la primera edición cuya curatoría fue elegida por convocatoria abierta. Paralelamente, la actual arquitectura ecuatoriana social ha reflejado ese cambio de paradigma ya validado y destacado por el mainstream de la disciplina.
Cuando se anunciaron las oficinas elegidas para la muestra internacional del evento, fue inevitable pensar en el correcto maridaje entre la convocatoria chilena y el manifiesto ecuatoriano. Así fue que las oficinas AL BORDE, TÁCTI.CO taller de Arquitectura y Natura Futura Arquitectura, junto a los arquitectos Sebastián Calero, Daniel Moreno Flores y Ana María Durán se convirtieron en los embajadores de su país en la Bienal de Chile, actualmente el evento de arquitectura más relevante a nivel latinoamericano.
Estas oficinas y arquitectos elegidos abordaron diversas temáticas más allá de la formalidad del diseño: la academia como un ejercicio práctico y real (AL BORDE), un llamado de atención al deterioro ecológico producto del modelo de desarrollo (Daniel Moreno Flores + Sebastian Calero), la incorporación de las ciudades satélites al círculo de la buena arquitectura (Natura Futura Arquitectura) y la necesidad de revertir la apatía social en la construcción de sociedades (TÁCTI.CO taller de Arquitectura).
A continuación, las cuatro oficinas ecuatorianas explican su participación en la XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile:
La arquitectura como un llamado de atención: proyecto "1993" en Sao Paulo / Al Borde
Buscando vincular a los habitantes de una comunidad en la periferia de Sao Paulo con un centro de formación cultural creado para ellos -pero inexplicablemente inaccesible-, los arquitectos de Al Borde en conjunto con Nacco, han diseñado y articulado una serie de construcciones físicas en la zona para volver a conectarlos. Pero, además de mejorar su calidad de vida y sus espacios públicos, el proyecto busca algo más profundo: validar a sus habitantes como personas, gritarle al mundo "aquí hay gente desde 1993".