En las últimas décadas la arquitectura y las profesiones relacionadas con el entorno construido han mantenido una actitud autista, que las ha separado de conversaciones relevantes, e impedido identificar oportunidades y nuevos territorios que conquistar. El futuro requerirá líderes con una visión amplia y renovadora de nuestro campo: hombres y mujeres líderes con la agudeza y las habilidades para identificar problemas reales provenientes en un espectro de campos más amplio que hasta ahora, capaces de transformarlos en oportunidades de negocio innovadoras, con capacidad de impacto y que conecten mejor con la sociedad, generando más valor.
La omnipresencia de la tecnología, la presión demográfica, el crecimiento urbano exponencial o las diversas amenazas ambientales están transformando cómo planeamos, entendemos e interactuamos con el espacio: en definitiva nuestro modo de vivir. Para afrontar este panorama debemos evolucionar más rápido que nuestro contexto. Los profesionales de la arquitectura y el diseño contamos con un talento excepcional como grupo. Tenemos capacidad para pensar en sistemas, combinamos de forma natural los enfoques creativos y propositivos con una buena capacidad analítica, y somos capaces de integrar factores muy dispares en una visión a largo plazo, lo cual nos convierte en buenos estrategas. Aprovechar este talento desde una perspectiva profesional mucho más amplia no significa olvidar el rol que hemos desempeñado tradicionalmente, pero requiere cuestionar el status-quo: como si de un árbol se tratase, cuanto más alto pretendamos llegar, más profundas deberán ser nuestras raíces.
Recordar las siguientes ideas puede servir como guía relevante en este interesante trabajo de redefinición: