La arquitecta chilena Victoria Mohr ha compartido con nosotros una intervención realizada en la Vega Central de Santiago, que busca poner en valor una serie de fenómenos cotidianos que suceden naturalmente en el lugar y que no tienen relación con las transacciones del mercado.
Además de articular estos 'actos extraordinarios', el proyecto genera un espacio público asociado a la 'Bibliovega', una organización cultural literaria que pretende promover el acercamiento a la cultura escrita mediante sus servicios y actividades; una iniciativa comunitaria, autónoma y autogestionada por los trabajadores del lugar.
Descripción por la arquitecta. El proyecto comenzó por un estudio general de La Vega Central, analizando su contexto y las particularidades que hacen de este mercado un lugar único, profundizando en los hechos cotidianos carentes de transacción, como las conversaciones, los juegos, la música, el ocio. En este contexto apareció la Biblioteca de la Vega.
La Bibliovega es una organización comunitaria sin fines de lucro, inaugurada el año 2015, que funciona independiente a la administración de la Vega, con alrededor de 500 usuarios y 2.200 ejemplares.
El primer acercamiento con el proyecto fue la participación en la biblioteca. Mi aporte como arquitecto fue generar conciencia del lugar donde se encuentra para mejorar la integración con su entorno y los locatarios, desarrollando diferentes intervenciones, conversaciones con la comunidad y actividades que permitieran recaudar fondos.
La propuesta es generar un espacio público que relacione la biblioteca con la fuente de soda Rucaray, para lo cual fue negociado un borde de 12 metros de largo entre ambos programas, donde el máximo espesor que podía ocupar el proyecto eran 0.5 metros. Bajo estas condiciones se busca activar el lugar, respondiendo al estudio previo del contexto.
Para su construcción, la estructura fue pre-fabricada por piezas fuera del mercado, debido al flujo y el escaso espacio disponible en el lugar. Luego fue trasladada y montada en su ubicación final, logrando unificar el sistema. El mobiliario complementario a la estructura fija (sillas, lámparas y lockers) fue fabricado con materiales de desecho del mercado.
El 1 de agosto de 2015 la Bibliovega conmemoró el nuevo espacio con su re-inaguración, a la cual asistió la comunidad, autoridades y otros célebres invitados, marcando una nueva etapa en su funcionamiento.
Tesis
La Vega Central fue el primer mercado de Santiago y hoy abastece al 20% de las ferias. Funciona las 24 horas del día, y durante ellas el uso de suelo tiene 4 ciclos, activados por 180 camiones, 2000 locales comerciales, comercio, un local cultural (extraordinariamente) y hechos sin transacción.
La Bibliovega es el único local cultural que funciona autónomamente, al contrario de los fenómenos transacción que si forman parte del sistema Vega. Al relacionar la biblioteca con estos en un dispositivo, es posible potenciar ambos, creando un espacio para que ocurra lo extraordinario.
Si bien la intención es construir un espacio que potencie y destaque los hechos sin transacción que ahí suceden, este corre el riesgo de que su uso acabe en fines comerciales, o bien sea utilizado para un programa fijo y no a libre disposición de los usuarios, formalizando lo informal.
El dispositivo está diseñado como un sistema abierto, que dinámicamente responde a las necesidades del momento y del usuario, al mismo tiempo está sujeto a un programa detonante, sin lucro, para conservarlo como único espacio de permanencia gratuito en el lugar.
Arquitecta: Victoria Mohr Ferron, desarrollo de proyecto de título Universidad Finis Terra
Dirección: Local 589, Vega Central, Antonia lopez de Bello 760, Recoleta, Santiago de Chile
Mandante/Institución: Bibliovega “El fruto de los libros”, Fuente de soda Rucaray
Cooperación: Yorka Vega, Ulises Allende, Gloria Daroch, Administración Vega Central
Superficie: 5m2
Costo: $700.000
Financiamiento: Donaciones y actividades
Profesores guía: Juan Pablo Corvalán, Diego Romero
