¿Qué hace que un edificio sea arquitectura? El debate sobre lo que distingue a la arquitectura de la mera construcción utilitaria ha incluido frecuentemente a la vivienda asequible y social como un tema clave, generando diversos puntos de vista. Esta cuestión adquiere especial relevancia en el contexto de América Latina, donde condiciones particulares van más allá de las preocupaciones económicas, ya sean impuestos o ineludibles. El acceso limitado a la financiación, la prevalencia de la auto-construcción y la expansión de los asentamientos informales son factores interrelacionados que configuran el entorno construido. Estas dinámicas fomentan una estética que, para algunos, pone en duda las convenciones de lo que se considera buena arquitectura, manifestándose en paisajes urbanos donde los materiales expuestos se convierten en una característica definitoria.
En el discurso contemporáneo, las múltiples perspectivas a menudo conducen a la fetichización de la arquitectura, reduciéndola a un objeto de admiración centrado en la forma, los acabados o la magnitud de la inversión económica. Esta visión omite aspectos fundamentales del diseño, como la funcionalidad, el contexto social y las necesidades humanas que la arquitectura busca abordar. En su lugar, se priorizan aspectos superficiales, lo que limita el potencial de la arquitectura para generar un impacto positivo. Por ejemplo, al plantearse una vivienda, materiales expuestos como bloques de concreto, tabiques o madera sin tratar suelen ser ignorados y considerados incapaces de transmitir valor estético en comparación con materiales más refinados, como piedras naturales rectificadas o maderas exóticas. Sin embargo, mediante la interacción cotidiana, estos materiales adquieren un significado más profundo, transformándose en elementos trascendentes que enriquecen la experiencia del usuario y, por qué no, sus recuerdos.
Solución forzada o elección consciente: ¿Cómo trazar la línea entre funcionalidad y estética en el uso de materiales expuestos?
La evolución de los materiales expuestos en la arquitectura ha experimentado transformaciones significativas a lo largo de la historia. En los primeros asentamientos humanos, no existía la opción ni el motivo para ocultar materiales como la piedra, la madera o la tierra. Estos se presentaban tal cual en su estado natural, a menos que existiera una necesidad estrictamente funcional o estructural de cubrirlos o modificarlos. Sin embargo, nuevas ambiciones llevaron al desarrollo de la ornamentación y los acabados decorativos en las primeras civilizaciones. A medida que las sociedades se fueron complejizando, comenzaron a trabajar, tallar, pintar, pulir y combinar materiales para reflejar conceptos como el poder, la divinidad, la belleza y otros significados simbólicos a través del entorno construido. Estas poderosas intenciones, que dieron forma a nuestros entornos y el imaginario de nuestras ciudades, fueron perdiendo intensidad siglos después, con la implacable búsqueda de eficiencia durante la Revolución Industrial. No fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX, con el Movimiento Moderno, cuando la arquitectura comenzó a rechazar de manera más decidida la ornamentación excesiva, promoviendo la honestidad estructural y la simplicidad, y transformando los materiales expuestos en una tendencia.
Como ocurre con muchas tendencias, esta búsqueda de la honestidad está impulsada más por factores socioculturales que por una lógica funcional o práctica, y está también vinculada a proyectos de mayores presupuestos. Entonces, ¿qué sucede con los proyectos más modestos, en los que no queda más opción que convivir con la textura granulada de un simple ladrillo, la irregularidad del concreto lavado o las imperfecciones rugosas de la madera? ¿Dónde termina la necesidad y comienza la moda?
La estética intencionada de lo "inacabado" genera opiniones divididas. Para algunos, es una búsqueda estilística vinculada a una tendencia que, incluso a través de procesos costosos y complejos, intenta forzar una estética que no siempre es necesaria ni razonable. Para otros, en cambio, representa una forma efectiva de acercarse a lo esencial, evitando soluciones innecesarias o descontextualizadas. En este segundo caso, el uso de materiales expuestos adquiere mayor riqueza y valor, especialmente cuando va más allá de la solución fácil y deslucida de la pared blanca, resonando de alguna manera con el contexto local o con lo que podemos encontrar allá afuera.
Aunque es arriesgado caer en el romanticismo, mientras la arquitectura garantice y mantenga niveles básicos (y esperemos mucho más elevados) de calidad de vida, el análisis de este lenguaje material expresivo parece justificarse. De esta manera, los proyectos con limitaciones presupuestarias pueden encontrar un valor positivo en la revalorización de los materiales expuestos. Lejos de ser un símbolo de carencia, el uso de materiales sencillos y sin tratar puede celebrar la autenticidad y la belleza inherente a la materialidad que permite que estos proyectos existan, en lugar de ocultarla tras acabados planos o estandarizados. Ante la falta de recursos para materiales bellamente elaborados y elementos ornamentales, volver a la esencia de cada componente parece ser una mejor opción.
Cuando se presentan tal cual en las viviendas asequibles, y aún más cuando se integran cuidadosamente en el diseño, los materiales revelan su textura, su historia y su capacidad para interactuar con el entorno. Esto transforma lo que podría considerarse una limitación en un valioso elemento de diseño. Imprimen carácter a una arquitectura que fácilmente podría ser mucho menos inspiradora, fomentando una conexión cotidiana más profunda entre las personas y los espacios que habitan. En última instancia, esta estética "inacabada" puede favorecer un proceso más profundo de apropiación por parte de los habitantes, ofreciendo algo tangible a lo que aferrarse: la fuerza del material natural, tan esencial y apropiado como íntimamente evocador en muchos sentidos.
6 proyectos arquitectónicos basados en la honestidad de la materialidad cruda
Nacida de la necesidad o adoptada como una oportunidad de diseño, la materialidad expuesta tiene el poder de trascender sus orígenes utilitarios en el contexto residencial actual. Al abrazar su honestidad inherente y su atractivo sin pretensiones, estos materiales y sus sencillas variaciones enriquecen los espacios domésticos. Esto demuestra que una estética cruda y bien pensada puede redefinir la relación entre las personas y los entornos a a los que llaman hogar.
Casa en Vila Matilde / Terra e Tuma Arquitetos Associados - Brasil
Ubicada en un lote urbano de 4.80 m por 25 m en São Paulo, esta residencia sustituye a una estructura deteriorada. Inmersa en un denso entorno urbano, la casa de 95 metros cuadrados prioriza la funcionalidad, la durabilidad y la simplicidad, utilizando concreto expuesto y acero para lograr una estética moderna de bajo mantenimiento. Un patio central y aberturas bien situadas maximizan la luz natural y la ventilación, creando una sensación de apertura a pesar del tamaño de la estructura. El diseño equilibra eficiencia y comodidad, atendiendo a las necesidades de los usuarios y superando al mismo tiempo las limitaciones presupuestarias y de emplazamiento.
Plan B Guatemala / DEOC Arquitectos - Guatemala
En respuesta a la catástrofe del Volcán de Fuego, este proyecto destina 26 viviendas a las familias desplazadas por la erupción. Como modelo de vivienda auto-construida, cada unidad consta de dos bloques de construcción independientes: uno alberga las zonas sociales, la cocina y el baño, y el otro está destinado a los dormitorios, separados por un patio interior. Esta división permite que la vivienda se adapte a las distintas condiciones del emplazamiento, favoreciendo tanto la expansión vertical como horizontal. La construcción emplea materiales duraderos y accesibles, como bloques de concreto, bambú y techos de acero.
Casa Caja / S-AR + Comunidad Vivex - México
Este proyecto tiene como objetivo ofrecer procesos de diseño y planificación a familias de bajos ingresos y comunidades marginadas. Como iniciativa de arquitectura social, el enfoque constructivo pone énfasis en la participación activa de los futuros usuarios. En este caso, el cabeza de familia, un trabajador de la construcción, promueve el sentido de propiedad, responsabilidad y compromiso con el proyecto. La vivienda está construida con bloques de concreto dispuestos sin traslapes para reforzar la estructura, y con losas aligeradas de concreto armado. Las paredes son de madera contrachapada, y los marcos de cristal están montados sobre barras de madera. El diseño favorece una vivienda permanente y habitable, con flexibilidad para futuras mejoras.
Casa villa cerro Corá / ArquitecTava + Grupo Culata Jovai -Paraguay
Construido a lo largo de varias décadas, este proyecto representa el siguiente paso de una vivienda cercana al centro de Asunción. El diseño conserva la esencia de la estructura original, adaptándola al uso moderno, con la incorporación de una nueva galería y apartamentos en el nivel superior. El proyecto pone énfasis en el diseño sostenible a través de la reutilización de materiales, como el empleo de ladrillos antiguos para las nuevas paredes y los tradicionales kambuchis (jarras de cerámica) en un sistema de recolección de agua de lluvia. Esto refleja un enfoque orientado a la evolución, en lugar de optar por la completa demolición y reconstrucción.
San Telmo apartamentos / ERDC architects - Ecuador
Este proyecto de viviendas multifamiliares prioriza la asequibilidad, la flexibilidad y la dignidad dentro del marco de la vivienda pública. Consta de 22 apartamentos dúplex, cada uno de 72 m² más una terraza de 10 m², organizados para optimizar el espacio y reducir costos mediante circulación vertical compartida. Los materiales expuestos, como acero, concreto y madera OSB, minimizan el tiempo de construcción y maximizan la durabilidad. Las zonas comunes, tanto abiertas como cubiertas, mejoran la usabilidad, mientras que las distribuciones flexibles se adaptan a las diversas necesidades familiares. Los 22 apartamentos se agrupan en bloques, cada uno de los cuales alberga hasta seis unidades habitacionales.
Quinta Monroy / ELEMENTAL - Chile
Diseñado por el arquitecto Alejandro Aravena, ganador del Premio Pritzker, este complejo de viviendas en Iquique (Chile) ofrece una solución para 100 familias que habitan terrenos ocupados ilegalmente. El diseño optimiza un presupuesto limitado de 7,500 dólares por familia, enfocándose en una visión a largo plazo. Al sentar las bases para una futura auto-construcción, el proyecto permite que las familias amplíen sus viviendas de manera gradual. La arquitectura busca evitar el hacinamiento, a la vez que ofrece una plataforma para la movilidad comunitaria y social, ayudando a las familias a salir de la pobreza.
Los proyectos reseñados demuestran cómo una cuadrícula formada por bloques de concreto puede crear escala y orden para exhibir una foto familiar, cómo los ladrillos de arcilla refrescan los interiores con patrones y colores variados que facilitan la zonificación y la orientación, cómo la malla de acero puede sostener la vegetación vertical, y cómo los bloques perforados enmarcan el paisaje circundante mientras permiten el paso de la brisa. Aquí, el buen diseño resalta el valor de lo que está fácilmente disponible para mejorar la vida de las personas. Más allá de los recursos en sí, los pequeños detalles a menudo conforman el imaginario colectivo y las representaciones simbólicas de la vida cotidiana, influyendo significativamente en la calidad de vida, tanto inmediatamente y a lo largo del tiempo.
